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Características del conocimiento del alma


Prólogo

Existen muchos métodos que han querido conocer el alma desde diversos ángulos: El científico la quiere conocer desde el punto de vista materialista y no la vincula para nada con algo trascendente. Los pueblos antiguos tanto como los primitivos, los que practicaron las artes ocultas, tanto como los artistas, los filósofos, los políticos, cada uno de acuerdo a su interés, han hablado sobre el alma de formas muy diferentes, y a veces contradictorias unas de otras.

Sin embargo, cuando cualquiera de nosotros habla del alma, a pesar de todos los puntos de vista que ha habido en la historia todos conocemos que es lo que queremos decir. Al decir "yo" o "yo mismo", o "mi" (al referirnos a una cosa nuestra), ubicamos el tema del que queremos hablar, sabiendo que el alma es algo que está "dentro" de nosotros, no algo que está "afuera". Asimismo podemos observar cada uno de nosotros que a pesar de que es algo que tenemos "adentro", y de que es una cosa con la que nos manejamos todos los días (al decir "yo" simplemente), el alma es sin embargo algo completamente desconocido para la mayoría de nosotros, o al menos parcialmente desconocido, por no exagerar. Muchas veces necesitamos meditar sobre nosotros mismos para conocer por qué procedemos de una manera o de otra, muchas veces nos desconocemos actuando con ira, o reaccionando de una manera automática, o sintiendo miedo, y otras de las emociones que nos sacuden. Entonces, a pesar de que pensamos "yo soy un alma" o "esta alma soy yo", no se trata de algo accesible para nosotros. En realidad no nos es muy conocida.

 

LA IMPORTANCIA DE SU CONOCIMIENTO

También podemos comprobar que es muy importante en la vida humana conocer el alma; y que todas las ciencias sagradas se han dedicado a ello. Es muy importante que cada uno conozca su alma, y ello no constituye algo secundario, como es en comparación conocer un objeto, o conocer un país, o conocer quien gobierna, o conocer la ideología de un partido, o conocer una ciencia, o un arte, etc.. Conocer el alma es algo totalmente diferente. Nadie puede creer de verdad que el conocimiento del alma es un conocimiento más, igual a cualquier otro conocimiento, como el de los átomos, o el de la materia, o el de la química, o el de la física.

Pero ¿por qué es diferente el conocimiento del alma?: Porque por medio del alma conocemos todas esas cosas. Todas las cosas que conocemos fuera del alma, gracias al alma las conocemos, ella es como un gran escenario donde se presentan todas esas cosas, aunque por lo general a dicho escenario mismo no lo conozcamos bien.

Ese escenario presenta diversos aspectos, algunos de los cuales no resultan tan accesibles para nosotros a pesar de que decimos que el escenario es nuestro, y que además nosotros mismos somos el escenario. Siempre estamos presentando cosas en el escenario, pero resulta que el escenario mismo no nos preocupa mucho. ¿Cómo es posible esto?

 

LA HONDURA DE SU CONOCIMIENTO

Otras de las cosas muy importantes que tiene el conocimiento del alma es que, además de nuestra ignorancia al respecto, cuando conocemos algo de ella nos damos cuenta de que no podemos conocerla en toda su profundidad. Cada vez que vamos más adelante en el conocimiento del alma, nos damos cuenta de que debemos conocer más todavía. Ella es como un horizonte que nos llama a conocerlo, pero cuando nos acercamos a lo que creemos que es el término del horizonte, resulta que todavía más lejos aparece otra línea como horizonte, y así sucesivamente.

En conclusión, primero somos ignorantes de nuestra propia alma; segundo cuando empezamos a conocerla, y cada vez que la conocemos más, nos damos cuenta de que nunca podemos agotar ese conocimiento.

 

LA SACRALIDAD DEL ALMA

Si el alma fuera una cosa como el resto de las del mundo, como una manzana por ejemplo, la conoceríamos fácilmente y podríamos decir que en determinado momento se acabaría su conocimiento, como se acaba el de la manzana. No es posible pasarse toda la vida conociendo una manzana.

¿Respecto del alma puedo hacer lo mismo? No. Es cierto que se trata del conocimiento de nuestra naturaleza humana, algo que nosotros podemos experimentar todos los días, pero mientras que las cosas del mundo, como una manzana, son limitadas, se terminan en algún punto, yo encuentro que el alma es algo ilimitado. ¿Por qué?, porque el conocimiento del alma es el conocimiento de mi vínculo con Dios, y El es infinito. Por lo tanto, el conocimiento del alma debe ser también infinito, ya que su objetivo último es conocer a Dios que es Infinito.

El alma realmente es el lugar donde se manifiestan los Atributos divinos, según nosotros creemos, y a pesar de que el hombre la obnubila con muchas cosas falsas, a pesar que en ese escenario del alma, en vez de desarrollar su vida real, el hombre crea una fantasía, se falsifica a sí mismo y se aleja de la Verdad, a pesar de todo, tal escenario ha sido creado para la manifestación de los Atributos divinos en el hombre. Este es el significado del alma y del conocimiento del alma.

 

EL RECUERDO: ESTADO DE CONCIENCIA DEL ALMA

La "personalidad" que yo me creé, la máscara social que yo uso, la apariencia que quiero dar, o lo que yo mismo me quiero hacer creer que soy, eso no es real. La práctica del recuerdo nos permite pasar de la dualidad a la unidad, al sí mismo. El yo o ego vive en dualidad, y nosotros lo experimentamos diariamente. La unidad es el secreto de todas las cosas, es lo que hace real a todas las cosas. Cuando la cosa se unifica es real, cuando se duplica existe ambigüedad, apariencia y olvido, que es lo contrario al recuerdo.

El recuerdo de Allah tiene muchas formas, y es parte del método del autoconocimiento. El recuerdo me conduce a la percepción de lo que soy realmente, lo cual me permite el autoconocimiento. Serían tres los aspectos más importantes para el conocimiento del alma: recuerdo-autoconocimiento-autodominio, a lo que se le puede agregar la concentración o meditación.

Por fin, del autoconocimiento nace el autodominio, lo cual significa la superación de los actos automáticos, que ya no camino ni como una bestia, que todas mis acciones tienen significado, y no me dejo arrastrar por las pasiones.

No son tres etapas diferentes, cuando uno más avanza en el recuerdo más va logrando el autoconocimiento y el autodominio, y van progresando los tres juntos, aunque cada uno depende del otro, como tres vagones de un tren, o la máquina y dos vagones más arrastrados por ésta última.

 

LA IMPORTANCIA DE LAS ACCIONES

Somos seres que actuamos continuamente, desde que nos despertamos hasta que nos dormimos, y aún cuando estamos dormidos soñamos con acciones.

Estas últimas son la materia prima de nuestra existencia, y a esa materia prima de nuestra existencia, y a esa materia prima la debemos dominar, porque ella debe estar de acuerdo con las leyes universales del espíritu, en armonía con el cosmos, no solamente en armonía con el mundo humano y con el mundo material, sino con el mundo sutil, el mundo espiritual o de la luz. Es posible ponerse en armonía muy fácilmente con el mundo humano y el mundo material, en invierno nos abrigamos, actuaremos de acuerdo a quienes nos rodean y a las circunstancias, observamos ciertas normas que creemos eficaces en la sociedad humana. En el caso de que me abrigue o me desabrigue de acuerdo al invierno o al verano, obedezco a cuestiones objetivas de la naturaleza, pero de la misma manera hay leyes sutiles, leyes del espíritu, con las cuales tengo que coordinar y estar en armonía, lo cual se consigue dando un primer paso en el "arte de las acciones o el modo de vida". ¿Qué significa actuar automáticamente? Significa actuar inconscientemente, vestirse, ir y venir, alimentarse y hablar sin percatarnos del verdadero... de ese modo, en forma automática y así lo hacemos... Entonces debemos salir de los actos automáticos hacia la conciencia del acto que estamos produciendo, realizando. Esto nos permitirá estar en presente. Por ahí se empieza, pero para ello debe aprender el arte de la vida, al que se llama Din.

 

LA NECESIDAD DE UN CÓDIGO DE VIDA (DIN)

Para captar el bien hay una forma, y para captar el mal hay otra. Si uno quiere atraer a todos los demonios del universo, lo puede hacer con sus acciones, y si quiere ser el que atrae a todos los ángeles del universo, también lo puede hacer con sus acciones.

Pero ¿cómo nacen las acciones? De dos formas: o las hago automáticamente, y sin poner conciencia, en estado de olvido, o las hago correctamente, poniendo conciencia, en estado de presente, y sabiendo qué resonancia tienen, no solo en este mundo, sino en el mundo sutil. Uno es el que elige, pero para eso debe adoptar un código de vida, un din.

Algunos dirán: "¿Por qué me voy a sujetar a un código si yo soy libre?, quiere gozar de absoluta libertad para elegir lo que me gusta, hacer lo que quiero, ¡viva la libertad, viva la democracia!..." Esta persona que piensa así igual se da un código a sí misma, pero es muy diferente a aquel otro código del que yo hablo. El código que se da él se lo inventa, o cree que se lo inventa, porque en realidad se lo inventaron otros, el medio social, y se le indujo a creer que lo que estaba adoptando libremente, pero es el medio social que se lo impone. Si sigue una ideología política, o una filosofía, eso le va a dar las pautas de su vida; si sigue a un amigo más inteligente que él, va a ir influyendo en él ara que adopte sus pautas. El creerá que el modo de vida, el método, el código, lo está creando libremente, cuando en realidad está actuando automáticamente.

El otro código, el verdadero, esta probado por los siglos, por la conducta de unos seres extraordinarios que gracias a él han llegado a resultados maravillosos, es decir por los maestros de la humanidad, los Profetas los justos, los santos, los amigos de Dios, los liberados, llámeselos como se quiera. La cuestión es fácil de entender, lo único difícil es que nuestra rebeldía no nos permite adoptar lo verdadero aunque nos resulta evidente.

 

Algunas Conclusiones

El alma humana tiene algunos atributos, algunas características, como el deseo y la pasión. Una de las cosas fundamentales para llegar a la felicidad en este mundo, y acceder a un plano superior, es dominar esa fuerza que tiene el alma humana, el deseo y la pasión, satisfacer los deseos en su justa medida, y combatir las pasiones que van más allá del límite lógico y verdadero que nuestro intelecto, nuestro interior, nos permite. Lo difícil para el alma es combatir las pasiones y satisfacer en su medida justa los deseos. El alma es como una balanza que debe estar equilibrada, y normalmente no lo está, siendo que lograr su equilibrio es algo muy dificultoso. Es una balanza demasiado sensible, cualquier soplo la desequilibra, y la pasión es como un viento, y el deseo se parece a los pesos que nunca están exactamente equilibrados en uno y otro plató. En árabe a la pasión se la llama "haua", "viento".

 


EL CONOCIMIENTO DEL ALMA

Debemos plantearnos la cuestión de la existencia del alma y de cual es su realidad. Hoy no se cree que exista algo como el alma. Nosotros, por el contrario, no sólo afirmamos aquella realidad sino que la sostenemos con las pruebas de la experiencia concreta de nuestras vidas.

La psicología espiritual plante dos niveles de investigación del alma, uno el estrictamente psicológico al que podemos llamar "de los estados cambiantes del alma", y otro el ético psicológico por el cual la psicología espiritual nos transmite un modelo de ser humano.

El alma es una realidad para la vida existente en el plano del mundo bajo los atributos que hemos mencionado en la introducción. Su cuestionamiento no solo pretende disolverla vanamente en los "hechos empíricos", hechos que sólo existen gracias a ella misma. La distorsión de todo verdadero conocimiento producida por el materialismo actual no puede ocultar esta verdad, la de que el alma es el substrato de todos los hechos que nos suceden, verdad que está al alcance de cada ser humano en cualquier tiempo y lugar.

En realidad la palabra "alma" indica un ser autónomo, que somos nosotros mismos, ser que tiene la posibilidad de ejercer su voluntad, experimentar y percibir cambios y tener sucesivos estados, tanto satisfactorios como indeseables. Es algo que se mueve y modifica, que está en permanente cambio.

Existen tres aspectos del alma que la psicología tradicional estudia, su estado inferior, sometido a las condiciones del mundo a las que no puede superar, sino que por el contrario obedece todo lo que el mundo le ordena, su estado intermedio que es un estado de conciencia, al cual no nos referiremos en detalle, y su estado superior espiritual que constituye el si mismo del alma. Los tres estados se encuentran íntimamente vinculados entre sí y no son en absoluto tres cosas separadas sino una y la misma bajo tres aspectos diferentes.

Como el resto de las cosas parece estar constituida de "partes". Si es que así podemos decir. Identificamos en ella al ego como el estado inferior o su "parte" exterior y ordinaria, a la reflexión o conciencia como el estado intermedio y, por último, al espíritu que es el alma en su estado superior de armonía y perfecto desarrollo. A este conjunto de tres aspecto del alma, cada cual más refinado que el anterior, es a lo que llamamos "alma" en sentido amplio.

Los aspectos del alma que hemos mencionado (ego, conciencia y espíritu), no constituyen "tres almas", sino de una sola realidad con tres aspectos diferentes. Los tres aspectos del alma están unidos inseparablemente. Esto lo podemos comprobar en cada acto particular; en cada estado psíquico, o en cada uno de nuestros pensamientos. Además de esto, el alma tiene determinadas facultades, comunes a todos los hombres, como los sentidos, la voluntad, la memoria, etc. Lo que llamamos "alma" no es más que el lugar donde se produce todo tipo de actividad psíquica, como lo son los pensamientos, los estados, las emociones, los deseos, etc. aparte de poseer el alma, por si misma, cierto número de facultades como los sentidos, la voluntad y la memoria.

En consecuencia por un lado encontramos las facultades o funciones del alma y por otro lado, encontramos la actividad psíquica que en realidad a nosotros nos interesa, y sobre la que nos proponemos hablar. Para determinar qué es el alma y cómo es posible llegar a su conocimiento, no nos interesaremos en sus funciones, sino en el desarrollo de la actividad psíquica en sí misma

El hecho de que las facultades o funciones del alma sirvan a la actividad psíquica no es suficiente para identificar ambas cosas. La memoria está al servicio evidentemente de la actividad psíquica pero la memoria por si misma no explica los estados emocionales, o el desarrollo del pensamiento, se necesita de algo más que ella. Ese "algo" es precisamente a lo que llamamos "actividad psíquica", la cual constituye como una energía que está en permanente cambio.

Lo más importante en el alma es el movimiento y no las "partes" fijas como son los pues en el movimiento consiste toda su existencia. Podemos compararla con un mar permanentemente agitado, que muestra una superficie en continuo movimiento, una parte media de gran variedad de formas, también en permanente movimiento y una gran profundidad quieta y pobre. Pero al revés del mar, la parte inquieta, superficie marina, corresponde en el alma a lo más interior, a los pensamientos, la parte media, con múltiples formas en permanente cambio, corresponde al plano de los sentimientos, emociones y deseos, y la parte inferior, más bien quieta y pobre, corresponde a las funciones del alma, en sí mismas fijas, como sus facultades, los cinco sentidos, etc.

En la "vida diaria", en nuestro estado habitual de conciencia cuando no estamos dormidos este orden aparece invertido teniendo más importancia lo exterior (las funciones), y menos importancia lo más interior. Gracias a esta inversión pasamos del estado de sueño al de vigilia, es decir de estar dormidos a estar despiertos. Este cambio en nuestro estado se parece a un vuelco, a una inversión, como si nos dieran vuelta de pies a cabeza. Tal "inversión" causa muchas confusiones en el estudio del alma, y constituye una clave esencial para su conocimiento.

 

LOS TRES ESTADOS DEL ALMA

Por último, el alma tiene tres estados (aparte de los tres aspectos que hemos mencionado en el punto anterior). En primer término el estado de aislamiento en el cual se separa y se ensimisma sin necesitar nada ajeno a ella para desarrollar su actividad. Esto sucede notoriamente en el sueño, la ensoñación, la hipnosis (donde lo exterior lo recibe pasivamente), el desmayo, el sonambulismo, y otros estados similares.

En segundo lugar existe el estado habitual de conciencia, cuando el alma desarrolla su actividad psíquica en el mundo, a lo cual nos hemos referido anteriormente. En este estado se produce lo que llamamos "inversión del alma" a pesar de ser considerado como su estado normal, o "plenitud de conciencia", constituye en realidad un estado defectuoso en relación al alma misma.

Por último está el estado de plenitud del alma cuando llega a una actividad perfecta, en armonía consigo misma y con lo que le llega del exterior. Este último es un estado que se alcanza a través de una práctica que nos lleva al autoconocimiento, al conocimiento del alma. Como es lógico, debido a las dificultades en obtener este estado, algunos tratan de alcanzarlo por medios artificiales (como el alcohol y la droga), lo cual es pésimo en sí mismo.

 

VIDA DEL ALMA

El signo más relevante y propio del alma es la vida. La vida constituye su significado, la justificación del alma, la cual en la vida refleja el resto de las cosas y alcanza el estado de conciencia y de espíritu.

El alma como punto culminante de la vida tiene un origen, una subsistencia más allá de las condiciones de este mundo, y un desarrollo psíquico a través de las normas que el alma tiene para lograrlo. La ciencia espiritual contesta a todas estas cuestiones y nos brinda un conocimiento trascendente y profundo que es tanto o más necesario que el conocimiento que plantea la ciencia materialista.

 

LA FELICIDAD, OBJETIVO DEL AUTOCONOCIMIENTO

Nuestro objetivo es alcanzar un conocimiento del alma que nos permita conocerla, conocer nuestra propia realidad. Deseamos existir y conducirnos de acuerdo a ese conocimiento, porque nos lleva a la felicidad. Pero la psicología materialista no nos sirve para eso. Nuestro objetivo va más allá, no nos interesa tratar con psicópatas, o estudiar patologías, sino comprender al hombre y vivir en plenitud de acuerdo a nuestro conocimiento acerca de nosotros mismos.

La psicología materialista actual no presenta un enfoque al respecto. Para ella, todos los hombres son más o menos psicópatas, lo cual constituye una creencia absurda, que no nos otorga ninguna seguridad sobre nuestro destino y significado, ni permite a los mismos psicólogos alegar ninguna autoridad sobre su propia profesión, pues ellos no están sanos del todo.

Pero más allá de esto lo más contradictorio es pretender cierto conocimiento sobre el alma negando al mismo tiempo su estado pleno, armónico, perfecto. Para la mayoría de los psicólogos no existe en realidad algo equivalente a la "salud", siendo esta, para ellos, un término absolutamente relativo y cambiante. Pero meditemos: Si existe algo que se llama "alma", o "psiquis", sea como fuere concebida, y tal ente o fenómeno –como quiera llamarse- está compuesto de ciertas facultades, funciones, estados, etc., que pueden ser conocidos y hasta medidos –a gusto de la ciencia actual-. Si además, podemos experimentar en nosotros mismos su existencia ¿cuál es el motivo por el que no puede ser conocido su estado de buen funcionamiento y desarrollo, es decir su salud, y las condiciones que esta requiere? Este error solo se debe al prejuicio, y al intento de negar algo verdadero por razones de índole "ideológica", pero no científica, razones que son, en realidad, muy nocivas.

Además observamos que aún los psicólogos que afirman la existencia de una condición saludable, y normal del alma, no presentan ninguna idea acerca del asunto y se basan también en los estados anormales y patológicos. El resultado es así el mismo: se desconoce la realidad íntima del alma. Porque lo contrario conduciría a la psicología materialista a reconocer otras formas para el conocimiento del alma que dicha psicología niega, y, peor aún, equivaldría a reconocer su propio fracaso.

Existe sin embargo una antigua ciencia del alma, la cual se ha desarrollado en todas las culturas verdaderamente genuinas. Dicha ciencia presenta las mismas ideas en todas esas culturas, a pesar de que no es evidente un vínculo directo entre estas últimas. Es un conocimiento del alma que está contenido en las tradiciones sagradas más antiguas, en la filosofía clásica, en los modos de vida de los pueblos primitivos, en ciertos ritos que estos pueblos realizan a fin de lograr algún efecto particular, etc. Estas evidencias nos permiten afirmar algunas cosas acerca del alma, de su origen, de su continuidad y desarrollo sobre la base de que existe una ciencia espiritual en la cual todo ello es conocido desde antiguo.

Pero para poder comprender nuestras afirmaciones, es necesario, sobre todo, despojarse del prejuicio de que la ciencia materialista actual es la autoridad máxima y definitiva en el conocimiento del alma, y que todo el pasado del hombre ha sido error e ignorancia. Este mismo prejuicio, en realidad, constituye el mismo el arquetipo de la ignorancia.

Para comprender la vida del alma debemos referirnos a algunas características que ella presenta, su inmaterialidad y continuidad, y por último su regularidad todo lo cual pasaremos a explicar.



ALGUNAS IDEAS SOBRE LA REALIDAD DEL ALMA

El origen del alma es intemporal e inmaterial

Esto queda demostrado por varias razones. En primer lugar, no encontramos en el pasado ninguna causa natural preexistente que sirva de origen a la vida psíquica, nada que nos permita afirmar que el alma existe debido a determinados hechos de la naturaleza[1]. Ciertas características de la vida psíquica, como la voluntad y la inteligencia, son facultades que no pueden haberse originado en la naturaleza. Nada hay en ésta que nos permita inferir dichas características, ni aún cuando tratemos de derivarlas de los animales, pues existe entre el hombre y el animal una diferencia cualitativa que hasta hoy no pudo ser explicada. Pero si insistiéramos en ver en los animales el origen de nuestras características psíquicas, no haríamos más que desplazar el problema de nosotros a ellos, sin resolverlo­­­­[2].

Por otro lado, si bien la vida psíquica se desarrolla en el tiempo, las variaciones de la experiencia que nosotros tenemos del tiempo, según los estados y circunstancias que vivimos, es algo evidente en la vida psíquica. En consecuencia, se nos ofrece así una prueba más de que su origen es independiente del tiempo, porque dos individuos pueden vivir simultáneamente experiencias temporales totalmente diferentes.

Para nosotros el alma tiene un origen atemporal evidente, lo cual queda demostrado por ciertas experiencias psíquicas muy comunes, aparte de lo ya mencionado la precognición, que es bastante común y no solamente un don especial de algunos elegidos, el mensaje de los sueños (que pueden traernos la inspiración de ciertos conocimientos), etc.

En cuanto a la inmaterialidad del alma, también existen evidencias concretas, y algunas razones que citaremos para evitar caer en afirmaciones poco consistentes. En primer lugar, las vivencias psíquicas no son dimensionables, es decir se pueden medir como se mide el peso de un cuerpo o la intensidad de la visión de una persona, lo que dice medir en la psicología materialista son determinadas capacidades humanas, funciones como la memoria, por ejemplo. La vivencia es algo interno y muy complejo, varía de un individuo a otro, y frecuentemente los datos externos que se miden indican lo contrario de lo que experimenta el individuo.

Por otra parte, es cierto que el alma tiene una determinada cualidad energética, como se puede comprobar a través de ciertos medios técnicos, lo cual ya está reconocido científicamente, pero dicha cualidad no puede identificarse directamente con la materia, porque no se comporta como ésta última.

Cuando queremos establece si algo es o no material debemos, lógicamente, determinar si posee las propiedades de la materia, o si por el contrario no las posee. La inmaterialidad del alma significa directa y literalmente que ella no presenta las propiedades de la materia: la extensión, la divisibilidad, la inercia y la impenetrabilidad. ¿Cómo llamar material a algo que contradice todas las características de las cosas materiales?[3]

Para dar algunos ejemplos, la divisibilidad es imposible en lo que entendemos como "alma", puesto que esta es un todo homogéneo. Podemos identificar en ella aspectos y funciones, facultades y estados, pero todo ello dentro de una unidad inescindible, como ya lo hemos adelantado. La inercia es contraria a la voluntad, facultad por la cual el hombre se autodetermina. La impenetrabilidad no es aplicable al alma, puesto que en ésta coexisten estados diversos al mismo tiempo y en el mismo "lugar". La extensión no tiene el mismo significado para el alma que para el cuerpo.

No deseamos ampliar más este comentario sobre cuestiones elementales que sólo la confusión en que se vive actualmente puede oscurecer. Daremos únicamente el ejemplo del sueño, en el cual sin duda todos los atributos de la materia desaparecen del alma, si es que alguna vez estuvieron en ella. En el sueño no existe ni aún la temporalidad (la cual podría pasar por lo más semejante a la extensión), considerando que para que el tiempo exista, según comúnmente lo consideramos, y tenga cierta "consistencia", debemos estar conscientes de él durante nuestro estado de vigilia.

Conclusión

En conclusión, el alma no presenta los atributos materiales que definen a los cuerpos, ni aún hipotéticamente, y por ello no se puede hablar, estrictamente, de su "materialidad" o "materialización", sino más bien de su inmaterialidad y atemporalidad, como su primera característica. Su origen es distinto al de los cuerpos, y se encuentra más allá del plano espacio-temporal que define a éstos.

Sin embargo, el alma es un todo continuo, no presenta soluciones de continuidad sino excepcionalmente, y ésta es su segunda característica. La discontinuidad significa interrupción, y nosotros percibimos en nuestras almas, por el contrario, un ininterrumpido flujo de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, etc. Tampoco el sueño puede cortar tal flujo de la actividad psíquica, y es en el sueño, quizás, donde él adquiere mayor libertad. Al respecto sería inútil ofrece evidencias, debido a lo comprensible que ello nos resulta por experiencia propia.

Una tercera característica del alma es la regularidad con que se desarrolla la vida psíquica, en base a la sucesión de causas y efectos. La vida psíquica forma una cadena en cualquiera de sus aspectos, lo cual tiene que ver estrechamente con la mencionada continuidad.

Son características de la vida psíquica, en conclusión, el origen atemporal, su unidad y continuidad, y la regularidad o causalidad de la actividad psíquica. La unidad y la continuidad representan la subsistencia del alma, pues de no tener esas características, como cualquier otro ente, ella no podría existir. La causalidad representa el permanente desarrollo o movimiento del alma.

 

FIN

 

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Notas


[1] En tal sentido, el problema del origen del alma es igual a la cuestión del origen de la vida, cuyo primer eslabón no es explicable por la vía de la investigación científica. Aún cuando la ciencia pueda demostrar la sucesión y continuidad de diversas formas de vida, unas como derivadas de otras, ello sucede sólo después de la aparición de la vida misma.

[2] Hay quienes en el extremo de la fantasía no creen que el origen de nuestra vida y cualidades psíquicas procedan de los animales, sino que, más actualizados, lo atribuyen a los "extraterrestres", pasando el problema de la vida y del sentido del cosmos a un plano aún más difícil de concebir y resolver.

[3] Sin embargo, existe un abuso en el idioma a causa de cierta inclinación materialista, que califica indebidamente de "materia" o "material" a muchas, sin que lo sean de verdad, y por lo demás existe cierta teoría "materialista", aberración muy típica de una cultura como la actual, que predomina bastante en todos los medios. La teoría materialista no es sólo una posición doctrinaria equivocada, sino que se ha transformado en una conducta generalizada en la actualidad, que produce una forma de pensar totalmente errónea.

 

 

 

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La prioridad del Intelecto para alcanzar la Verdad