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Dios en el Islam, y las vías de su conocimiento e Introducción a la antropología Islámica


Prólogo

Lo que hoy se llama "Islam" nace con el primer hombre, Adán (P). Es una doctrina que atraviesa los siglos, de una civilización a otra, enseñada por los maestros de la humanidad, llamados Profetas o Mensajeros, de los cuales hubo 124.000.

En el Islam todo tiene que ver con Dios (Allah)[1], pero a Él no se lo concibe como a un ser más entre los seres, no se dice de Él "el ser supremo", una idea aceptada en occidente. Dios en el Islam no es nunca mencionado al igual que una persona, sino que se presenta universal, el Principio absoluto, el Poder absoluto. Inclusive, cuando el Sagrado Corán dice "el oído de Dios", o "la vista de Dios", o "la palabra de Dios", o "la Mano de Dios", o "el Rostro de Dios", o que El es "Oyentísimo", "Videntísimo", etc., ello se comprende metafóricamente.

Por otra parte, sólo es posible conocer de Allah (Exaltado Sea) lo que El dice en la Revelación, no la "esencia divina", o la "naturaleza de Dios", lo cual está más allá de la capacidad racional humana. A pesar de lo dicho, Dios es para los musulmanes algo real, constante, presente, e inclusive creemos que racionalmente es imposible discutir Su Realidad, como lo ha intentado la filosofía moderna.

La declaración de fe del Islam es La Ilaha illa Allah, no hay Divino sino Dios: El es la única Divinidad Real. Todas las demás cosas que el hombre toma como divinas son ficticias, todo lo que piensa, lo que puede definir, lo que puede percibir por sus sentidos, captar con el pensamiento, imaginar, no es Dios. Tal es en su pureza la doctrina islámica sobre la Unidad divina, llamada al-Tauhíd.
La Ilaha illa Allah constituye la afirmación central del Islam, y su primera parte es contraria a toda adoración: Como dijo uno de los grandes sabios del Islam, si nos detenemos en La Ilaha, no hay Dios, somos ateos, y cuando afirmamos illa Allah, sino Dios, somos creyentes. Cuando el Profeta (BPDyC) entró en Meca, derribó las estatuas idólatras del Templo de la Ká'bah, adoradas como dioses. Pero el insensato no sólo forja estatuas materiales, sino que inventa ideas totalmente caprichosas, o se somete a vicios y tendencias bajas, adoptándolas como divinas, y de este modo se desvía de la Realidad-real, Allah (Exaltado Sea). El hombre contamina su pensamiento acerca de Allah (Exaltado Sea) idolatrando cosas inferiores al hombre mismo.

 

Realidad divina, autoconocimiento e idolatría

El Islam parte del fundamento de un Principio universal y absoluto, Allah, que da sentido a todas las cosas. Si yo Le conozco, puedo conocer todo gracias a El. Si no Le conozco, es imposible incluso que a mí mismo me conozca, aunque sepa muchas cosas.

Pero ¿cómo Le conozco?: En primer lugar, El revela acerca de Sí Mismo aquello que conviene conocer; en segundo lugar, Su Creación da testimonio de El; y en tercer lugar, Le conozco conociéndome a mí mismo. Uno de los principios de la sabiduría islámica dice: "El que se conoce a sí mismo, a su Señor conoce". En definitiva, no existe nada externo que represente a Allah (Exaltado Sea), sino que el camino interior es el más importante, y cuando en ese camino intento conocer a Allah (Exaltado Sea), sólo me conozco a mí mismo, con una realidad mucho mayor a la que me puede transmitir cualquier ciencia externa. Dijo Alí: "El sabio es quien conoce su alma (o bien a sí mismo) y la libera y exime de todo lo que la aparta [de la verdad y del bien]". Y dijo: "La más grande ignorancia es la del hombre acerca de la condición de su alma"; y: "la más grande sabiduría es la del hombre sobre su propia alma".[2]

Dijo el Profeta (BPDyC): "Allah (Exaltado Sea) está en la opinión que Su siervo tiene de El". Es decir, si el siervo tiene una opinión elevada de su Señor, él mismo se eleva, si tiene una opinión pequeña o degradada, él mismo se degrada. Dice el Sagrado Corán: Hacia donde os volváis he aquí el Rostro de Allah (2:115). Por eso es imposible no tener alguna idea acerca de El, pues El predomina en todo. Pero esa idea debe ser única, extraordinaria, singular, no semejante a ninguna otra, ni que asemeje a Allah (Exaltado Sea) a nada, porque El no es algo común, ordinario, sino que es Extraordinario, Singular y Único. "El es una Cosa distinta al resto de las cosas", como dijo un sabio, por lo cual no se Le aplican los mismos calificativos que definen a las cosas, y en realidad de El no existe definición racional alguna.

¿Quién es Allah? Allah en Sí Mismo es indescriptible, indefinible, inexpresable. Dijo el Profeta (BPDyC): "No habléis sobre Allah en Sí Mismo, hablad sobre su Creación", en el sentido de que nadie puede definir a Allah (Exaltado Sea).

Allah (Exaltado Sea) no es una cosa cuya naturaleza podemos captar, tal como solemos captar al resto de las cosas. Si fuera una naturaleza entre otras, sería un ser limitado, y si fuera limitado, no sería Allah (Exaltado Sea), pues lo limitado es imperfecto, perecedero, indigente, dependiente de otro, que lo crea y lo sostiene. Allah (Exaltado Sea) debe ser real, pleno, perfecto, infinito, superior, amable e imitable (acatado), pues de lo contrario se igualaría al resto de los seres, y por lo tanto, no sería Allah (Exaltado Sea). Debe ser, en definitiva, heterogéneo a Sus criaturas, pues de lo contrario sería como ellas, imperfecto y perecedero.

Creer que mediante un acto meramente intelectual, teórico, es posible definir a Allah (Exaltado Sea), equivale a concebirlo como una cosa captable por los sentidos, manipulable por nosotros, uno más entre otros seres limitados, y por lo tanto imperfecto. Se degrada de este modo la propia concepción de uno mismo, y sobre todo, la vida práctica del hombre, porque deja de tener un referente perfecto, pleno, superior, amable e imitable (acatado), como debe ser Allah (Exaltado Sea).

Allah (Exaltado Sea) es lo Superior, lo Amable por Sí Mismo pues debe ser amado de todo corazón para elevarnos hacia El, e Imitable, pues sus Atributos Bellísimos deben ser anhelados. Si por el contrario, tenemos como superior, amable e imitable a algo que no es Allah (Exaltado Sea), a una ficción, un ídolo de cualquier tipo (el dinero, la fama, el poder, el juego, un vicio degradante, o cualquier otra cosa inferior), y adoramos eso, entonces trataremos de armonizar nuestra existencia con ello. Por eso, a partir de lo que uno tenga por "Allah (Exaltado Sea)", se deduce de allí el resto de la vida.

 

 

LA ANTROPOLOGÍA ISLÁMICA

LA PREGUNTA POR LA NATURALEZA HUMANA

Una de las preguntas más antiguas que se formula el ser humano es: "¿Qué es el hombre?", la inquietud de conocer nuestro ser. Esta pregunta no tiene edad ni condiciones, pues tanto se la puede formular un niño como un adulto, un sabio como un ignorante. Muchas veces nos ha sorprendido un niño muy pequeño con esta pregunta, bajo cualquiera de sus formas. Nos percibimos a nosotros mismos como algo distinto a otras cosas, algo especial, extraordinario. Esto aguza nuestro interés por conocer nuestro ser.

Por otra parte, comprobamos que cada vez que conocemos algo nuevo obtenemos una nueva posibilidad, un nuevo poder. Si nos conociéramos a nosotros mismos obtendríamos un gran poder, y una extraordinaria posibilidad. Y sabemos, por último, que somos el único ser sobre el mundo que se puede mirar a sí mismo con el pensamiento, podemos reflexionar, meditar, concebir, prever, planificar, calcular, etc.. Observamos que las demás cosas viven puramente sumergidas en lo exterior, los mismos animales sólo viven de lo exterior; todos los movimientos, las inquietudes, y el interés de las cosas y de los animales se dedican al medio ambiente en que se encuentran. Pero nunca se ha vista a un animal meditar y expresar luego una conducta resultante de su reflexión, como lo hace el hombre. En consecuencia, se justifica una tamaña pregunta, tan difícil y profunda: "¿Qué es el hombre?".

 

LA TRASCENDENCIA

El problema es que cuando formulamos la pregunta acerca de nuestro ser descubrimos en nosotros una nueva dimensión que antes no habíamos percibido, es como si hubiésemos abierto una puerta que da acceso a otro mundo, un mundo desconocido por nosotros, mucho más maravilloso que aquel en que vivimos. Antes creíamos ser un objeto más de los que existen, muy particular y extraordinario, pero sin embargo similar al resto de las cosas, sobre todo muy semejante a los animales. Dice una tradición islámica que Allah expresó: "Era un tesoro oculto y he deseado revelarme y ser conocido".

La dimensión que hemos descubierto no entra dentro de las leyes generales del mundo a que estábamos acostumbrados. No es una dimensión física, ni psíquica, tiene sus propias leyes, lo cual para nosotros constituye algo muy difícil de reconocer y aceptar. Estamos acostumbrados a los fenómenos, a las dimensiones físicas, a la ley de la causa y del efecto, a la limitación espacial y temporal de todas las cosas, a su imperfección. Si fuésemos como los animales, y no hubiésemos descubierto la nueva dimensión, cuya clave ha sido la pregunta "¿qué soy" (o "¿qué es el hombre?"); nunca nos hubiese sido posible imaginar una dimensión diferente a la nuestra, porque las condiciones de existencia a las que estamos habituados lo habrían impedido[3]. Tampoco la dimensión que hemos descubierto se puede percibir con los mismos sentidos que nos sirven en el mundo de los fenómenos. Cuando queremos percibir aquella dimensión con la vista que nos sirve para los fenómenos materiales, ella se oculta a nosotros, como se oculta el cielo profundamente estrellado cuando lo observamos a través de la atmósfera terrestre. Ni la vista, ni el oído, ni los otros sentidos nos sirven para percibir y conocer la dimensión oculta; pero de algún modo nosotros hemos llegado a descubrirla, y por los mismos medios que lo hicimos debemos continuar percibiéndola y conociéndola.

La clave ha sido la pregunta por nuestro propio ser, ninguna otra cosa, y en ella debemos profundizar para poder percibir la realidad de aquella dimensión extraordinaria.

¿Cómo llamaremos a nuestros descubrimientos?: "¿Más allá?", "¿mundo metafísico?", "¿cielo?", "¿mundo de los espíritus?", etc. Todos estos nombres nos parecen parciales; todos ellos son veraces en parte, y en parte son insuficientes. Lo llamaremos trascendencia simplemente, porque es lo que trasciende, es decir va más allá de nuestro mundo habitual, pero también va más allá de nuestra comprensión y de nuestros sentidos. Aún tratando de utilizar caminos distintos que el de los sentidos, nunca llegaremos a percibir suficientemente aquel otro mundo; nuestra razón nunca llegará a comprender lo suficiente acerca de él. A pesar de haber comenzado a percibir nuestra existencia, y a comprender nuestra razón de ser, nuestro descubrimiento es de tal naturaleza que nos consideramos incapaces de conocerlo a fondo. En esto la trascendencia es similar a lo que sucede con el mundo del átomo, a pesar de ser éste algo "material".

Negar la trascendencia al responder por el ser del hombre, por la vida del hombre, por su significado y destino, es comparable a quien teniendo vista se arrancara los ojos y quedara ciego, o pudiendo moverse se encadenara en un pozo ciego.

 

LA VISIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA ISLÁMICA Y LA VISIÓN MATERIALISTA

Existen dos tipos de conocimiento del hombre, uno es el que hemos descrito hasta ahora, que reconoce la existencia de un mundo trascendente, y el otro es un conocimiento contrario a este, y por le cual el hombre se percibe como un objeto material más de su mundo. Como este tipo de conocimiento sirve de base para comprender las civilizaciones, para dar fundamento a una teoría política, o a una teoría histórica o sociológica tenemos como resultado dos orientaciones contrarias en la concepción del hombre: Una la espiritual, por llamarla de algún modo, y otra la materialista y atea. Ambas visiones parte de una misma base, aunque sus respuestas son diametralmente distintas. El punto de partida común es. 1°) El hombre es un ser físico, rodeado por una naturaleza similar a él; 2°) el hombre es un ser psíquico, o espiritual dotado de un poder de conocimiento y transformación de su ambiente físico. A este último poder de conocimiento la visión espiritual (o islámica) le otorga toda la prioridad, y en él encuentra el vínculo del hombre con la trascendencia.

La visión espiritual o islámica del hombre no lo concibe, sin embargo, como un ser físico meramente, ni sólo como un ser psíquico, en el sentido de que su psiquis sea el resultado de sus potencias físicas o materiales. La visión espiritual del hombre lo concibe como una manifestación de una Realidad superior a este mundo. Para ella el hombre tiene ciertos atributos que no pertenecen al plano físico, ni al plano psíquico, que son reflejo de lo divino.

En conclusión, cualquiera sea la visión que tengamos del hombre, deberemos reconocer dos cosas fundamentales: 1°) Su vínculo metafísico, con la trascendencia, aun cuando se quiera negar la existencia de Allah (Exaltado Sea); 2°) su existencia física en medio de una naturaleza semejante a él.

Existen numerosos pasajes del Sagrado Corán que explica la primera pregunta, "¿qué es el hombre y cual es su posición en el cosmos?", así como el Libro Magnánimo se refiere con frecuencia a la segunda, ¡"cuál es la posición del hombre y su función dentro de la naturaleza?!. A estas dos preguntas el Sagrado Corán las contestas dando ejemplos de la perfección y bondad de la Creación cósmica, y al respecto, para ser breves, sólo citaremos pocos versículos de los numerosos que existen en el Libro:


¿Acaso ellos [los hombres] no meditarán acerca de sí mismos? Allah no creó los Cielos y la tierra y lo que hay entre ambos si no en la Verdad y Realidad. (30:8)

¿Acaso suponéis que os hemos creado en vano (inútilmente) y que a Nosotros no retornaréis? (23:115)

¿El hombre ha creído que será abandonado a la deriva? (75:36)

Y dijeron [los necios]: "No existe nada excepto la vida mundanal, morimos y vivimos, y no nos aniquila sino el acontecer [el tiempo]". Pero no tienen respecto de esto ningún conocimiento, no están más que conjeturando. (45:24)

¡Condenado sea el hombre!, ¡cuán impío es!. ¿De qué cosa El lo creó?: De una gota ínfima lo creó y le dio medida (lo predeterminó); luego el sendero [del bien] le facilitó; luego le hizo morir y le hizo sepultar; luego si El quisiera le daría eternidad. (80:17-22)

Hemos ennoblecido (con la preeminencia) a los hijos de Adán, los hemos dirigido por la tierra y por el mar, les dotamos de todas las bondades (de la tierra), y les hicimos notablemente superiores a mucho de lo que creamos. (17:70)

Y no he creado a los genios ni a los hombres sino para que me adoren (conozcan). (51:56)

Dijo el Imam 'Alí, con él sea la Paz: "No he sido creado para ocuparme en comer delicias como si fuera una bestia amarrada, cuya única preocupación es su forraje, o (una bestia) suelta cuya única ocupación es barrer la tierra de malezas), que se ahíta de su heno y está desentendida de lo que se quiere de ella. Ni (fui creado) para ser librado a la deriva, o ser abandonado a la inutilidad, o arrastrar la cuerda de la ilusión y el extravío, o dirigirme hacia el camino de la desorientación y la necedad..." (Nahyul Balagah, p. 418)

Y dijo el Imam Alí: "Allah distinguió al animal con la facultad de la ira y la concupiscencia (deseo sensual), sin intelecto, y dotó a los ángeles de intelecto, sin ira ni concupiscencia, y combinó en el hombre todas estas facultades. Si su intelecto predomina sobre su ira y concupiscencia, el hombre es superior a los ángeles, mientras que si su ira y concupiscencia predominan sobre su intelecto, es peor que las bestias".



LA ANTROPOLOGÍA ISLÁMICA ES PREDOMINANTEMENTE ÉTICA

Por otra parte, el Sagrado Corán también se refiere al tercer interrogante, "¿cuál debe ser la conducta humana? Esta es una pregunta ética por excelencia, que después de dar respuesta a la cuestión "¿qué es el hombre?" debe formularse necesariamente.

Sin embargo, lo principal de la idea islámica del hombre es su visión de los vínculos del hombre con su Creador, con su misma persona, con sus semejantes, y con el medio que lo rodea. Así establece una escala de relaciones o vínculos del hombre durante su existencia, a saber: 1°) Su vínculo con el Principio de todas las cosas, 2°) su vínculo consigo mismo (autoconocimiento); 3°) su relación con sus semejantes, en la sociedad humana; 4°) su relación con la naturaleza que lo rodea. Estas cuatro instancias son vistas en forma jerárquica, en orden de importancia decreciente.

Otro rasgo predominante en la idea islámica del hombre es su concepción intelectual de la naturaleza humana. Cree que el hombre es primordialmente un ser racional, y que en ello se distingue del resto de las cosas. Cuando el hombre pierde su racionalidad, por enfermedad mental, por estado momentáneo de irracionalidad, o por ceder ante las pasiones, el Islam no lo considera un hombre en el sentido completo, sea que lo justifique (como en la enfermedad o la pérdida del conocimiento), sea que lo considere peor aún que las bestias, cuando el hombre pone su racionalidad al servicio de sus pasiones desenfrenadas. En fin, existen muchos dichos del Profeta (BPDyC), además del Sagrado Corán, donde se destaca el intelecto y el conocimiento por encima del resto de los atributos humanos.

Otras de las distinciones de la idea islámica del hombre es que lo concibe como una síntesis de dos cosas maravillosas, en primer lugar el hombre es la síntesis de los Atributos divinos, aunque no de todos los Atributos, ni tampoco de uno solo en toda su extensión. En segundo lugar, el hombre es, para la antropología islámica, la síntesis del cosmos: Dijo el Profeta: El hombre es un cosmos pequeño y el cosmos es un hombre grande.

Y dice el octavo Imam, Alí Ar-Rida (P): "Dice Allah: ¡Hijo de Adán!, por mi Albedrío tu puedes desear (tashá) para tí mismo aquello que quieres; y por mi Fuerza (quuati) cumples con las obligaciones hacia Mi; y por mis mercedes (ni'ámati) te eximes de la desobediencia a Mí. Te he hecho oyente (samí'), vidente (basír), fuerte (qauíti). Todo bien que te toca proviene de Allah, y todo mal que te acomete proviene de tí mismo; y por eso es que tengo prioridad por sobre tí en hacerte el bien, y tú tienes prioridad sobre Mi en hacerte el mal; y es por esto que Yo no soy interrogado por lo que hago y ellos [los hombres] serán interrogados".

 


CONCLUSIONES

Como vemos, el Sagrado Corán se refiere a la conducta del ser humano. Con frecuencia da muchas recomendaciones, hay muchos versículos del Sagrado Corán que dicen cómo debe ser su conducta ética, y como éste debe conseguir la felicidad. En este punto, en la conducta, se centra toda la importancia de la antropología islámica, es decir de la ciencia del conocimiento de la naturaleza humana, del hombre, por parte del Islam.

En pocas palabras, el Islam desea que el hombre concrete un modelo de ser humano, que se perfeccione hasta llegar a concretar dicho modelo mencionado en el Sagrado Corán y la Sunnah del Profeta, es decir en la conducta, la práctica, la costumbre y la tradición del Profeta (BPDyC). Cada uno la podrá concretar en la medida de su capacidad. El Islam no exige de sus seguidores que se perfeccionen más allá de sus posibilidades, de sus fuerzas.

El Islam también considera que la vida humana se desarrolla en el marco de cuatro relaciones o vínculos: tenemos una relación con Allah, con el Señor; otra con el alma, o el sí mismo de cada uno de nosotros; otra con nuestros semejantes, e decir la sociedad, la familia, etc.; y por fin tenemos una relación con la naturaleza. Tales son las cuatro relaciones básicas dentro de las que se desarrolla toda la vida humana.

El vínculo superior es con Allah (Exaltado Sea), aún en el caso del ateo, su preocupación por Allah (Exaltado Sea) se le va a plantear, aunque sea para negarlo. Luego tenemos una relación lógica y necesaria, ineludible, con nuestra propia alma, y como dijimos al principio el hombre está en el camino del autoconocimiento, y si no camina por esa senda su vida no tiene sentido. Tenemos una relación con nuestros semejantes, con la familia, con la sociedad, y solamente en base a las dos primeras relaciones o vínculos, con Allah y con nuestra propia alma, podemos conocer el siguiente vínculo, es decir, cómo deben ser nuestras relaciones con sus semejantes. Y, por último, tenemos un vínculo con la naturaleza, con los vegetales, con los animales, con los minerales, con el viento, con el sol, con la luna, con todo lo que existe, inclusive, entre esas cosas, con nuestro propio cuerpo, que es parte de la naturaleza.

Todas estas relaciones se dan en un orden jerárquico, la más importante de todas es la que establecemos con Allah, exaltado sea: luego con nuestra propia alma, para su autoconocimiento y autodominio; tercero, con los semejantes: y cuarto con la naturaleza. Pero la base de todas estas relaciones está fundada en la naturaleza intelectual del ser humano, que en árabe se llama "fitrah". El ser humano es un ser cognocente, pensante, que medita, que plantea, que proyecta, entonces, esta es la base con que él establece los cuatro vínculos anteriormente mencionados. Si, por ejemplo, el hombre queda anulado intelectualmente, si se vuelve loco, o es tonto, si la bebida lo obnubila, o las pasiones más allá de su justo término, lo anulan intelectualmente, entonces el hombre, pasa a estar por debajo del animal, a se menos que un animal.

La cumbre de la antropología islámica, o de la concepción del Islam sobre la naturaleza humana, está contenida en dos ideas: Primero, el hombre es el califa de Allah, es decir su representante: y segundo, por lo tanto el hombre es el portador (o el reflejo) de los Atributos divinos, o como dijo el sabio entre los sabios, Muhammad (BPDyC): "El hombre es un cosmos pequeño y el cosmos es un hombre grande".

En conclusión, desde el punto de vista de la creación del hombre podemos preguntar "¿qué es el hombre?" y "¿cuál es su posición en el universo y respecto de los otros seres?". También podemos preguntar: "¿Cuál es su función en este mundo, y qué objetivos debe alcanzar?". Pero al querer contestar a estas preguntas, se plantea como más importante decidir esta otra: "¿Cuál es la conducta correcta que lleva al hombre a conocerse a sí mismo?". Responder, entonces, a la última pregunta, equivale a responder sobre el significado del hombre, y cuál es su posición con respecto a los otros seres, y qué objetivos debe alcanzar. Todo ello está contenido en la conducta humana, que es la que lleva, en definitiva, hacia la felicidad.

 

TRADICIÓN

Del Imam Al-Sadiq (P): "¡Mufaddal! Los escépticos ignoran las causas y los significados en la Creación; su entendimiento es escaso para observar el equilibrio y la perfección en todo aquello que estableció el Creador Providente, exaltada sea su Santidad, El instituyó, como por ejemplo las distintas clases de criaturas en suelo firme, en el mar, en la planicie y en los abismos. (Los escépticos) sostienen el nihilismo, el ateísmo, debido a su escaso conocimiento, y sus visiones débiles han desmentido e impugnado (la Verdad), hasta llegar a negar la creación de las cosas, proclamando que su existencia se debe al azar, a lo accidental, sin que (las cosas) tengan creación con sentido, propósito, ni medida alguna, ni tampoco perfección y sabiduría por parte de un Providente Originador. ¡Exaltado sea Allah de cuanto ellos le atribuyen! ¡Allah los aparte, cuanto se desvían!

Ellos (los escépticos), en su error, ceguera, e incertidumbre, se asemejan a unos ciegos que penetran en una casa edificada de la forma más perfecta y hermosa, provista de los tapices más bellos y lujosos, en la cual hay todo tipo de comida y bebidas, de vestimentas y objetos útiles que uno necesita y de los que no puede prescindir. Y todas estas cosas han sido dispuestas en su lugar conveniente, con una correcta predisposición y una sapientísima administración. Pero (los ciegos) comienzan a circular a derecha e izquierda, en forma vacilante, y hacia adelante y hacia atrás por sus habitaciones, con sus visiones veladas de poder verlas, no pudiendo observar la construcción de la casa y lo que en ella hay dispuesto. Por ventura alguno de ellos se tropieza con una cosa que había sido dispuesta en su lugar conveniente, preparada para cuando se necesite, ignorando él su significado, y para qué fue preparada y puesta de ese modo. Y entonces maldecirá y se enfurecerá, abominará y denigrará a la casa y a su constructor.

Esta es la situación de tal clase (de gente), cuando niegan aquello que niegan acerca de la creación y la realidad de su perfecta realización, ya que en tanto sus mentes están obnubiladas para conocer las causas y los móviles de las cosas, comienzan a circular en este mundo en la incertidumbre, sin comprender lo que él contiene de perfecta creación, bella compostura, y correcta disposición. Y tal vez alguno de ellos se detiene ante una cosa, desconociendo su causa y el propósito que tiene, y se apresura a denigrarla y a describirla como imposible o errónea.

¡Mufaddal!. Los seres están en la perplejidad, la ceguera y la ebriedad. En su profunda perdición vacilan, y son guiados por sus satanaces e ídolos inmundos. Videntes ciegos, no observan, parlantes mudos, no entienden, oyentes sordos, no escuchan. Se conforman con lo bajo y se creen bien guiados. Se han apartado de la escala de la perfección y se han atiborrado en el prado de la suciedad y de la impureza, como si del asalto sorpresivo de la muerte estuviesen asegurados, y de la remuneración y el castigo estuviesen eximidos. ¡Desgraciados sean!, ¡qué perdidos, y cuán rebeldes y desventurados serán el Día (Final) en que ningún protector exima a su protegido contra nada, ni sean socorridos!, excepto aquel de quien Allah tenga Misericordia.

Contó Mufaddal: "Entonces lloré por lo que había escuchado de él, y me dijo: ¡No llores!, te has salvado si aceptas (la Verdad), y te has liberado si conoces.

¡Mufaddal!. La primera reflexión y evidencia sobre el Creador Providente, exaltada sea su Santidad, es su perfecta disposición de este universo y la coherencia de todas sus partes, organizándolas tal cual se encuentran. Porque, por cierto, si tú observas el universo con tu pensamiento, y disciernes con tu intelecto, encontrarás que es como una casa bien construida, donde se encuentra preparado todo cuanto necesitan los siervos de Allah (Exaltado Sea). Así pues, el cielo está elevado como techo, la tierra extendida como un tapiz, las estrellas compuestas como lámparas, las sustancias preciosas guardadas como tesoros, y todas las cosas en él (Universo) tienen su función predispuesta.

 

EL HOMBRE

El hombre es como el propietario de esa casa, y al que se ha dado la libre disposición de todo cuanto hay en ella. Todo tipo de vegetales están preparados para su utilidad (la del hombre), toda clase de animales están aplicados a su beneficio y propósitos. En esto hay evidencias claras de que el Universo ha sido creado con propósito y sabiduría, con una organización coherente, y e que su Creador es Uno. El es quien ha coordinado y organizado unas partes respecto de las otras, exaltada sea su Santidad.

¡Medita, Mufaddal!: Cómo es gobernado el hombre en todas estas situaciones diferentes. ¿Consideras posible que lo sea por el azar y el descuido? Si el bebé naciera comprendiendo, con juicio, hubiese negado el mundo en el momento de su nacimiento, y hubiese permanecido perplejo, trastornado su juicio, cuando viera lo que no conoce en absoluto, y llegará hasta él lo que nunca vió nada semejante, por parte de la diversidad de imágenes del mundo, como animales, pájaros, y otras cosas, que contemplaría momento tras momento, y día tras día. Reflexiona sobre esto (Mufaddal), que aquel que es tomado cautivo (y llevado) de un país a otro, siendo juicioso y maduro, permanece como conturbado y confuso; no será rápido en aprender las palabras y aceptar la cultura como aquel que es cautivo desde pequeño, sin ser maduro y capaz.

Además, quien naciera con juicio y madura (mentalmente), se hubiese sentido menoscabado cuando viera que lo alzan, lo amamantan, lo ciñen con paños, envuelto en la cuna, puesto que no puede prescindir él mismo de todo esto, por lo delicado y tierno de su cuerpo cuando nacido. Luego no encontraría ningún placer ni maravilla para su entendimiento, tal como lo encuentra el niño, y se enfrentaría al mundo como un tonto, sin percibir lo que le pasa a la gente. Se enfrentaría a las cosas con una mente débil, escasa, y con un conocimiento defectuoso. Luego, también, no dejaría de acrecentar en conocimientos poco a poco, una cosa después de la otra, de una situación a otra, hasta que se acostumbrara a las cosas, y se ejercitara con ellas, en permanente contacto con ellas. Entonces, saldría de la situación extrema de contemplar las cosas y estar perplejo ante ellas, hacia su libre disposición y la preocupación por la subsistencia, en base a su mente y a su astucia y recursos, y gustaría de la reflexión, el sometimiento, el olvido, el descuido, la negligencia y la rebeldía.

En cuanto a esto mismo hay otro aspecto, puesto que si el niño naciera con un entendimiento completo, independiente por sí mismo, perdería el placer de la crianza que se da a los hijos, de aquello que les fue predestinado a los padres de que se ocupen del bien de sus hijos, y de la obligación que impone a los padres la educación de los hijos, como el mandato de ser piadosos y compasivos con ellos, y cuidarlos cuando necesitan algo. También (en tal caso) los hijos no estarían integrados a sus padres, ni estos se integrarían con sus hijos, porque los hijos estarían exentos de la crianza y del cuidado de los padres. Se separarían de ellos en el momento en que nacieran y la persona no sabría quién es su padre ni su madre... ¡No vez (Mufaddal) cómo cada cosa de la Creación está fundada en la más acabada corrección, exenta del error, tanto en lo más pequeño como en lo más grande!

[...] ¿Quién hizo del hombre varón y mujer, sino Aquel que lo creó como a un ser que se reproduce? ¿Y Quién lo creó como un ser que se multiplica sino Aquel que lo hizo anhelante y esperanzado? ¿Y Quién lo creó anhelante y esperanzado y le dio los medios para actuar, sino Aquel que lo hizo un ser activo? ¿Y Quién lo creó como un ser activo, sino Aquel que lo hizo menesteroso y necesitado? ¿Y Quién lo hizo menesteroso y necesitado, sino Aquel que lo afligió con la indigencia? ¿Y quien lo afligió con la indigencia sino Aquel que se encargó de sostenerlo y proveerlo? ¿Quién lo agobia con el pesar, sino Aquel que estableció la recompensa? ¿Y Quién lo dotó de recursos y astucia sino Aquel que le dio en posesión la fuerza, el poder? ¿Y Quién le dio en posesión la fuerza y el poder sino Aquel que le impone que justifique (sus actos)? ¿Y Quien le satisface aquello que sus recursos no logran alcanzar sino Aquel respecto del que nunca se alcanza el límite del agradecimiento que le es debido? ¡Medita y deduce de todo lo que he descrito! ¿Acaso encuentras que el azar y lo accidental dominan esta organización y coordinación de todas las cosas? (Al-Haiat, T° 1., pp. 351 a 356).

 

Prohibida su reproducción total o parcial sin citar las fuentes: "Centro de Altos Estudios Islámicos" www.senderoislam.net


Notas


[1] Utilizaremos este termino para referirnos al Principio absoluto de todas las cosas, por ser el adecuado.

[2] Agregamos otras enseñanzas de Alí sobre el mismo asunto: "La mejor comprensión (o entendimiento) es el conocimiento del hombre sobre sí mismo. Así pues, el que conoce su alma comprende y se bien guía, y el que la ignora se pierde"; y dijo: "me maravillo del que llama a su animal perdido, pero ha perdido su alma y no la busca"; y dijo: "me maravillo del que se ignora a sí mismo, ¿cómo conocerá a su Señor?"; y dijo: "el extremo (o la cúspide) del conocimiento es que el hombre se conozca a sí mismo"; y: "¿cómo conocerá a otro el que se ignora a sí mismo?", haciendo equivaler el conocimiento de sí mismo al conocimiento de los semejantes. Por ejemplo, ¿quién podría aplacar la angustia de otro, si no ha padecido angustia, el hambre de otro, si él nunca sufrió hambre, ni le interesa que otro la sufra? Y dijo Alí: "Es suficiente conocimiento para el hombre que conozca su alma (o a sí mismo), y es suficiente ignorancia en el hombre que se ignore a sí mismo"; y dijo: "el que conoce a su alma se exime [de las ataduras de las pasiones del mundo]"; y dijo: "el que conoce su alma pugna contra ella, y el que la ignora, la abandona [para que se pierda]". Y dijo: "el que conoce su alma eleva su condición"; "el que se conoce a sí mismo es más conocedor del otro, y el que se ignora a sí mismo, es más ignorante del otro"; "el que se conoce a sí mismo habrá alcanzado la meta de todo conocimiento y sabiduría"; "el que no se conoce a sí mismo se aparta del sendero de la salvación, y se debate en el extravío y las necedades", es decir la ignorancia; "el conocimiento de sí mismo es el más provechoso de los conocimientos"; "logra el triunfo grandioso quien conquista el conocimiento de sí mismo"; "no ignores tu alma porque el que se ignora a sí mismo ignora todas las cosas" (T, VI, pp.173-174). Esta es la culminación de todos los dichos, que el que se ignora a sí mismo ignora todas las cosas.

[3]Es lo que sugiere Platón con su alegoría de la caverna: Los hombres que están dentro de ella, han surgido allí, y se encuentran engrillados mirando hacia el fondo oscuro de la caverna. Su vista y todos sus sentidos están acostumbrados a la oscuridad, al sonido de la caverna; sus miembros se encuentran entumecidos por no haberse nunca movido fuera de la cueva. Su conocimiento equivale al que pueden obtener de acuerdo a su existencia allí. Ven como ciertas luces entran por detrás de sus espaldas, pero no pueden conocer su origen; ven cómo ciertas sombras se proyectan como en una pantalla al fondo de la caverna, gracias a las luces que se filtran, pero no pueden conocer qué cosas proyectan esas sombras. Solamente aquél que ha tomado conciencia de su situación y ha deseado liberarse de los grilletes, sale de la caverna y contempla las realidades tal cuales son.

 

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Los vicios del hombre (Al-Gazali)