El arrepentimiento y el Perdón divino
Prólogo
El mundo en que vivimos es una prueba, y lo que se nos exige para existir en él es, por una parte, discriminar entre el bien y el mal, por lo cual dice el Sagrado Corán: Y los encaminamos hacia ambos caminos [el del bien y el del error para que elijan] (90:10). Y también dice: ¡Por el alma y Quien la perfeccionó y le inspiró [su posibilidad] de pervertirse y su temor [a Allah para poder encaminarse]!: Tendrá éxito quien la purifique y fracasará quien la pervierta. (9:7-10).
Por otra parte, estamos obligados a actuar, por lo que dice el Profeta (BPDyC): «Este es un mundo de acción, ¡aprovechadlo!», y agregó que el otro será de recompensa, ya no habrá acción en él. Es decir después de la discriminación entre el mal y el bien debemos obrar. Y cuando ya hemos elegido, a Allah alcanza solamente la palabra buena y el acto justo El lo eleva: Hacia El ascienden las palabras buenas y al buen acto El lo exalta (35:10).
Y el que haga el bien se beneficiará a sí mismo, y el que haga el mal se perjudicará a sí: El que haga el bien será en beneficio propio y el que pervierta será en contra suyo (41:46).
Y después de realizar el bien o el mal habrá recompensa y castigo, no solamente en el otro mundo sino también en este: Y al que Allah desvía no tendrá a nadie que lo guíe: Tendrán un castigo en la vida del mundo pero sin duda que el castigo del más allá es más penoso, y no tendrán resguardo alguno contra Allah (13:33-34)
El mérito o el castigo de este mundo constituyen una reacción al tipo de acción que realizamos. Esta vuelve sobre uno, se revierte, y el bien revierte en bien, y el mal en mal. Así y todo todavía se abren dos posibilidades, porque Allah es Generoso: La obstinación o el arrepentimiento. Si el que realizó el mal se obstina en la maldad hasta el día de su muerte, y en ese estado muere, no tendrá perdón. Pero si se arrepiente aún hasta el momento del gorgoreo de su alma en su garganta, en la agonía, en tanto todavía no haya contemplado el más allá, habrá posibilidad de perdón. Y para el que realiza el bien la recompensa es el bien mismo, como dice el Sagrado Corán: ¿Acaso la recompensa del bien no será el bien? (55:60), porque en el buen acto está ya la recompensa, como en el arrepentimiento está ya el perdón, como luego vamos a explicar.
Y luego de este mundo, cuando morimos, comienza inmediatamente la situación del otro mundo, y pasamos a contemplar aquellas realidades que hemos preparado para nosotros allí. Por eso el Sagrado Corán aconseja reiteradamente preparar el bien: ¡Y elevad la oración y dad la contribución! Y cuanto anticipéis de bien para vosotros mismos lo encontraréis en lo de Allah. Por cierto que Allah es Videntísimo de cuanto hacéis (2:110).
Y en el otro mundo Allah recompensa el bien con el bien: El que venga [al más allá] con el bien logrará algo todavía mejor que ello, y ellos [los creyentes] estarán asegurados del espanto de ese Día (27:89). Así como la recompensa del mal será el castigo divino: Y si vieras cuando los ángeles aprehenden [sus almas] a los impíos, golpeando sus rostros y dorsos y [diciéndoles]: «¡Gustad del castigo del Fuego!» Tal será por lo que han realizado vuestras manos, porque Allah no es injusto con los siervos [sólo les hace sufrir sus malas obras y deleitarse con las buenas]. (8:50-51).
Esta es la situación esquemática de lo que nos acontece en el mundo, el «mecanismo» de la prueba. Pero todo ese mecanismo está preparado para algo superior que es el conocimiento de Allah. Del mismo modo todo el universo tiene leyes que lo rigen, procedimientos que cumple, pero solamente es para retornar a su Señor. Asimismo el hombre cumple con todas esas exigencias en este mundo solamente para conocer a su Señor y conocerse a sí mismo: ¡Tú alma pacificada! ¡retorna a tu Señor complaciente y complacida, y penetra entre Mis siervos, y penetra en Mi Jardín! (89:27-30).
EL ARREPENTIMIENTO
Dice el Sagrado Corán: El Perdón es debido por Allah solamente a los que hacen el mal por ignorancia [aun cuando conozcan lo que realizan, ignoran a su Señor], y luego se arrepienten tempranamente [antes de morir, o bien de pervertirse]. A tales, pues, Allah los perdona siendo Allah Conocentísimo [de que ellos están sinceramente arrepentidos], Sapientísimo [de lo que El les otorga]. Pero el Perdón no es para los que hacen las maldades hasta que la muerte se le presenta a alguno de ellos [entonces] exclama: «¡Ahora sí me arrepiento! [cuando experimenta el más allá]», ni es para los que mueren siendo impíos. A tales les hemos preparado un castigo penosísimo. (4:17-18)
El arrepentimiento es volverse atrás del pecado, retractarse de las faltas, y tanto en castellano como en árabe constituye un verbo que indica la acción de retornar al punto de origen del cual se partió para desviarse. Además la palabra «arrepentirse» en árabe significa también «perdonar», según sea que le siga cierta preposición o no.[1] La misma palabra indica, por lo tanto, las dos caras de este hecho extraordinario del alma humana que son el arrepentimiento y el perdón, que se dan simultáneamente y constituyen, en definitiva, la misma cosa. El arrepentido de verdad obtiene el perdón en el mismo acto del arrepentimiento. Por eso la única palabra en árabe para ambas cosas, perdón y arrepentimiento, es tába, «volverse atrás», «retornar», «tornarse», porque en la medida en que el hombre se vuelve atrás de sus maldades Allah se torna hacia él.
Como sabemos el arrepentimiento tiene varias etapas, de las cuales podemos discriminar algunas fases principales. Pero en sí mismo es un hecho completo, perfecto y extraordinario que acontece en el alma humana, siendo imposible describirlo realmente en forma exhaustiva. Pero merece ser estudiado a la luz del Islam debido a su importancia para la vida espiritual.
Las diversas fases del arrepentimiento
El arrepentimiento presenta diversas instancias: En primer término, la toma de conciencia; segundo, el remordimiento sincero; tercero, el pedido de perdón; cuarto, la no-reincidencia; quinto, el resarcimiento de los perjudicados; sexto, el realizar el bien con la intención de que el mal nos sea perdonado; séptimo, finalmente, el olvido de la falta por la cual nos hemos arrepentido y fuimos perdonados, como si nunca ella hubiese existido. Al respecto dijo el Profeta (BPDyC): «El que está arrepentido de su falta es como si nunca la hubiese cometido», en el sentido de que esa falta ya no pesa en su conciencia.
La toma de conciencia es, pues, la primera fase del arrepentimiento, y consiste en reconocer el mal cometido y nunca confundirlo con un beneficio en ningún sentido. El que ve su imperfección y falencias tiene el alma viva, y por ello puede tornarse sobre sí y criticarse. Este hecho es una misericordia de Allah, exaltado sea. Dice el Sagrado Corán: Y hay otros [aparte de los hipócritas] que reconocen sus faltas. Habían entreverado [en su conducta] la obra buena con otra mala. Es posible que Allah les perdone, por cierto que Allah es Indulgentísimo, Misericordiosísimo. (9:102).
Primer paso: la vergüenza
La vergüenza, el bochorno, el avergonzamiento por el hecho maligno consumado deriva de que reconocemos haber actuado mal. Si no reconociéramos esto nunca nos avergonzaríamos. No es simplemente un sentimiento, sino que nace de nuestra conciencia o conocimiento, lo cual deriva luego en el sentimiento de vergüenza.[2]
Dijo el Profeta (BPDyC): «¡Avergonzaos ante Allah con auténtica vergüenza! Y el que se abochorne ante Allah con auténtica vergüenza, que preserve la cabeza y lo que ella abarca, el estómago y lo que contiene, y que recuerde la muerte y la perecida. Quien desee el más allá que abandone el embeleso de la vida mundanal, y quien haga esto se habrá avergonzado ante Allah con auténtica vergüenza».[3]
«La cabeza y lo que ella abarca» son los pensamientos, las intenciones, las voliciones, las pasiones; «el estómago y lo que contiene» es todo lo halal (lícito) y lo haram (ilícito) que entra en el hombre, no solamente la comida, sino los bienes que adquiere, porque el Sagrado Corán dice de los usureros y de los que usurpan la fortuna de los huérfanos, que zampan fuego en sus estómagos; y el recuerdo de «la muerte y la perecida» nos insuflan el temor a Allah, que va siempre unido indisolublemente al pudor o vergüenza.
La vergüenza es señal de temor a Allah. El que no siente ese temor nunca podrá avergonzarse de verdad por nada. Es decir, quien no percibe la Grandeza divina no sentirá temor de Allah, exaltado sea, ni vergüenza de sus maldades. Por eso dijo el Profeta (BPDyC): «Si no tienes vergüenza haz lo que quieras», es decir, Allah omitirá guiarte pues no Le temes.[4]
Y como el temor a Allah es la base de la fe, nunca se presenta esta última sin ser acompañada por la vergüenza. Dijo el Profeta (BPDyC): «La vergüenza y la fe fueron ambas unificadas entre sí, y cuando una de ambas es quitada, es quitada [también] la otra».[5]
Tradiciones
Sobre las faltas y el arrepentimiento existen las siguientes tradiciones. Decían los compañeros del Profeta (BPDyC): «Toda falta que cometa un siervo es una ignorancia» (MIK, I, p. 367).[6]
Del Profeta (BPDyC): «Sin duda que Allah admite el arrepentimiento del siervo en tanto éste no gorgoree [en agonía]» (Id.)
El «gorgoreo» de la agonía es el último aliento, pero antes de eso es posible arrepentirse con sinceridad y que Allah nos perdone.
Y dijo el Profeta (BPDyC): «No hay siervo creyente que se arrepienta antes de la muerte por un mes sin que Allah lo acepte de él, y aún menos que eso, antes de su muerte por un día o una hora, en que Allah conozca su arrepentimiento y su sinceridad ante El, sin que El lo admita de su parte [es decir, admita el arrepentimiento]». (Id.) Otra tradición similar expresa: «Al que se arrepiente un año antes de su muerte Allah lo perdona. -Luego agregó- el año es sin duda mucho, por lo cual al que se arrepiente antes de su muerte por un mes Allah lo perdona. -Luego agregó- por cierto que un mes es mucho, por lo cual al que se arrepiente antes de su muerte por un día Allah lo perdona. Luego agregó- y un día es mucho, por lo cual al que se arrepiente antes de su muerte por una hora Allah lo perdona -Luego agregó- una hora es en verdad mucho, por lo cual al que se arrepiente habiendo alcanzado su alma esta -e indicó su garganta- Allah lo perdona» (T, IV, p. 251).
Cuando se produce el gorgoreo de la agonía el alma alcanza, según dice el Sagrado Corán, los lugares de respiración superiores: Y puesto que cuando [el alma del agonizante] alcanza la garganta, he aquí a vosotros en ese momento observando [la agonía], pero Nosotros [Allah o Sus ángeles] estamos todavía más cerca de él que vosotros, aunque no nos veáis. (56:83-86). Entonces el que fallece contempla las realidades del más allá, y allí ingresa. Y si hasta ese momento es conciente de su maldad y se arrepiente ante Allah, El lo perdona, pero si es conciente de su maldad y no se arrepiente es castigado.
Se cuenta que Abu Sa'íd Al-Judrí, un gran compañero del Profeta (BPDyC), narró de parte del Mensajero de Allah (BPDyC) que cuando Iblis (el diablo) vio que Adán era hueco, exclamó: «¡Por tu Poder Señor mío! ¡yo no cesaré de desviar a Tus siervos mientras perdure el espíritu en sus cuerpos [huecos]!». Respondió Allah: «¡Por Mi Poder y Majestad! ¡Yo no interpondré nada entre ellos y el arrepentimiento mientras perdure el espíritu en ellos [o bien dijo según otra versión: No cesaré de responderles mientras Me pidan Indulgencia]!».[7]
Por eso el arrepentimiento y el perdón, en tanto constituyen ambos dos caras de un solo y mismo hecho, son posibles hasta la hora del gorgoreo del alma en la agonía, porque hasta ese momento, como dice esta tradición, Allah perdona. Aunque hasta entonces es posible también que Satanás incite a la obstinación.
La excepción es que alguien ignore haber actuado mal. Al respecto dijo el Imam Muhammad Al-Baqir (P): «Cuando el alma alcanza esta -y se indicó la garganta- no hay para el que conoce [su falta y no se arrepiente] ningún perdón, pero la habrá para el que la ignora» (T, IV, p. 252).
Y expresó el Imam Muhammad Al-Baqir (P): «¡Por Allah!, ¡no se salvará de la falta más que el que la reconozca. -Y agregó- es suficiente la mortificación como arrepentimiento», lo cual también se puede traducir: «Es suficiente el arrepentimiento como perdón». (Id.)
Esta última tradición expresa el hecho extraordinario de que el reconocimiento de la falta produce su superación.
El remordimiento sincero
La compunción, el sentimiento de sincero pesar, es la clave del verdadero arrepentimiento. En realidad, la persona que no se angustia por su situación de maldad no está de verdad arrepentida.
Pero esto nos lleva a una clave muy importante del arrepentimiento y de la superación de la culpa, a saber, que la verdadera mortificación rechaza justificar la falta cometida hasta que se alcance el arrepentimiento sincero. La persona que mucho se justifica, como sucede por ejemplo con el psicologismo moderno con sus múltiples y retorcidas disquisiciones, no está de verdad arrepentida.[8] No hay arrepentimiento sin mortificación, y la mortificación se debe vivir en toda su intensidad, sin justificarse hasta que podamos superar la falta. En todo caso que Allah nos justifique o que lo hagan los otros.
La reincidencia y el perdón
El Imam Muhammad Al-Baqir (P) expresó: «Los pecados del creyente, una vez que él se arrepiente de los mismos, le son perdonados por su Señor. Por lo cual, sólo cabe obrar hacia el futuro [sin obsesionarse con el recuerdo del mal cometido], después del arrepentimiento y de la Indulgencia ¡Por Allah!, ello no es sino para la gente de fe». Le preguntó un discípulo: «¿Y si después del arrepentimiento y del Perdón [la persona] reincidiera en sus pecados, y volviera a arrepentirse otra vez [e hiciera esto reiteradamente, pecando y luego arrepintiéndose]?» Y el Imam (P) le respondió: «¿Es que acaso consideras que el creyente se arrepiente de sus pecados y pide el Perdón de Allah y El le perdona, y luego Allah no acepta [nunca más] su arrepentimiento?» Volvió a preguntar el discípulo: «Pero si hiciera esto reiteradamente, pecando y luego arrepintiéndose y pidiendo Indulgencia...?» Respondió: «Cada vez que el creyente retorna al pedido de Indulgencia y al arrepentimiento, Allah Exaltado se torna hacia él con el Perdón, siendo Allah por cierto Indulgentísimo, Misericordiosísimo. El admite el arrepentimiento y perdona las maldades ¡Ten cuidado de hacer decepcionar a los creyentes de la Misericordia de Allah!». (T, IV, p. 252).
Algunas tradiciones islámicas confirman que la completitud, la perfección o culminación del Perdón recibido, es que uno olvide las maldades que hizo, después de haberse arrepentido de verdad, haber resarcido a su víctima si la hubiera, y así haber sido perdonado por Allah.[9] Allah hace que cuando El perdona quede el mal cometido borrado del registro de nuestras acciones.
Al respecto expresó Ya`far Al-Sadiq (P): «Cuando el siervo se arrepiente sinceramente, Allah Exaltado lo ama y lo encubre». Le preguntó un discípulo: «¿Y cómo es que lo encubre?» Respondió: «Hace que sus dos ángeles olviden lo que habían registrado contra él, y luego Allah infunde a sus miembros y sentidos [los del siervo] y todos los sitios de a tierra [lo siguiente]: `¡Ocultad sus pecados!´ y Allah lo remite hacia donde El quiera sin que nada testimonie en contra suyo cosa alguna de sus pecados» (T, IV, p. 252).
De allí que Su Perdón sea mucho más grande que Su castigo, como dice una tradición (hadiz). Y otra afirma: «El que se arrepiente de su falta es como si nunca la hubiese cometido», es decir queda borrada hasta de su memoria, lo cual constituye el sumo del Perdón divino.[10]
La reiteración, la reincidencia, la obstinación en el mismo pecado cometido, el arrepentirse de él y pedir perdón, el ser perdonado y volver a cometerlo, no anulan el Perdón divino, porque lo que El otorga es por siempre y El no necesita ya recuperarlo. Según dice una tradición del Profeta (BPDyC) se puede pedir perdón setenta veces, es decir reincidir y arrepentirse tantas veces como sea, porque «setenta» es el símbolo de incontables veces. De lo contrario la Indulgencia de Allah no sería tan grande. Y como Allah nos supera en el bien, siendo El siempre el Ejemplo y el Arquetipo de lo bueno, El con Su Misericordia, exaltado sea, encubre todas las faltas que hayamos cometido. Dijo un sabio: «Cuando el siervo de Allah se arrepiente sinceramente, Allah Exaltado lo ama y lo encubre».
Las buenas obras y el arrepentimiento
El Islam nos enseña que las obras buenas del creyente las debe hacer teniendo presente en su conciencia estos dos versículos, uno de ellos dice: Por cierto que Yo [Allah] soy muy Perdonador de quien se arrepiente, cree y realiza el bien y luego se encamina. (20:82)
Establece así varias condiciones, la primera de las cuales es que Allah no acepta las obras buenas de la persona que no se arrepiente, por más bondades que haga, si no se vuelve hacia Allah con su obra buena, anhelando de El el bien y el perdón por las faltas que haya cometido. No es suficiente que una persona proceda bien. En el Islam son obras buenas sólo las que se hacen con la conciencia de ser aceptado por Allah, alcanzar Su Complacencia (es decir Su Amor), y ser perdonado de los pecados que se hubiesen cometido. Dice el Sagrado Corán: ¡Y eleva la oración en ambos extremos del día y cerca del alba!, por cierto que las buenas obras ahuyentan las maldades [cometidas]. Tal [experiencia] es una persuasión para los seres. (11:114)
Si el bien se realiza con la conciencia de querer ser conocido, afamado, de predominar en el mundo en algún sentido gracias a esas obras, por lo tanto no le sirve a su autor para nada, por más buenas obras que haga. Creo que todos podemos admitir esto: Aunque un acto sea materialmente bueno depende de la intención con que se lo hizo. Si la intención está viciada la obra no vale como buena para el que la hizo, aunque aproveche a otros.
En conclusión, al hacer la obra de bien debemos proceder con el anhelo de que Allah nos acepte y perdone nuestros pecados, que es lo mismo que decir que hacemos el bien para contemplar el Rostro de Allah, como expresa el Sagrado Corán (92:20), es decir por amor a Allah. A menos que creamos no tener pecado alguno, que no debemos arrepentirnos de nada, ni volvernos hacia Allah para nada...
Por otra parte, está la condición de encaminarse o bien guiarse, como dice el versículo 20:82 que estamos explicando, es decir que la obra buena realizada sea para meditar en su significado y cómo nos conduce hacia Allah. Todo acto bueno debe ser un mojón en el camino hacia Allah, exaltado sea, y no algo meramente importante, aunque sea importante, pues más lo es retornar a Allah en paz.
La necesidad de cometer el mal
Por último, está el hecho de que toda acción mala es obra de nuestra necedad, de nuestra vanidad o capricho, de la pasión de nuestras almas, pues el mal no tiene ninguna realidad verdadera en el más allá, y sólo está sostenido en este mundo por la ilusión humana. El bien verdadero sólo se hace respecto de Allah, teniendo en vista Su Misericordia, el mal se hace respecto de los seres, es decir en perjuicio de éstos, pues sabemos que a Allah Exaltado no alcanza ningún daño.[11]
Las relaciones entre los seres desaparecerán con este mundo el Día Final, del mismo modo el mal desaparecerá entonces como prueba de su vanidad, y sólo subsistirá el Bien. Incluso a través de la historia, ¿dónde está el mal que hicieron los faraones?, ¿ha perjudicado en algo el equilibrio de la naturaleza?, ¿perdura hoy algo de lo que hicieron los malvados del pasado, o bien de lo que hicieron los Profetas (BP) y los justos?, ¿la persecución contra los Profetas (P) y los desamparados por parte de las castas dominantes, ha perdurado transmitiéndonos algo beneficioso?: Sólo perdura de todo ello la palabra del Mesías (P), de Moisés (P), de los Profetas (P), no los hechos de los inicuos. Dice Allah que lo que perdura es el bien que El envía, y lo ilusorio desaparece como la espuma del agua: Di [Profeta]: «Allah es el Creador de todas las cosas, siendo El Único e Irresistible». Hace descender agua del cielo que discurre a su medida por cauces, y la correntada acarrea una espuma superficial. Y se produce una espuma igual de aquello que [los hombres] funden con el fuego para adorno y bienestar [al derretir el oro, la plata, el cobre o el hierro]. Así es cómo Allah compara lo verdadero y lo falso: En cuanto a la espuma desaparece en vano, empero lo que beneficia a la gente perdura en la tierra [para bien de la humanidad]. Así es cómo Allah expone ejemplos. (13:16-17).
El mal siempre nace de la ignorancia
Como vimos Allah equipara el mal (representado por la espuma) con la vanidad, porque nace de la ignorancia, y aún cuando alguien sepa que está haciendo el mal y cómo se ejecuta, cómo es conveniente mentir para engañar, cómo matar a alguien alevosamente, etc., en todos estos casos sin embargo eso que se hace, a pesar de conocerse su ejecución, no surge más que de la ignorancia.
Primero, pues se ignora que Allah es Testigo de todas nuestras obras; segundo, se ignora que nunca podremos escapar al Poder divino, por más sagaces e inteligentes que pretendamos ser[12]; tercero, que finalmente seremos juzgados; cuarto, que las consecuencias del mal se vuelven finalmente en contra nuestro; quinto, que seremos castigados en este mundo y en el más allá.
Entonces, cuando alguien realiza el mal es un ignorante de sí mismo, porque contraría a Allah sin haber realmente dimensionado Su Poder, como dice el Sagrado Corán: No han dimensionado a Allah en Su real dimensión. (6:91).
Dice también el versículo 4:17, ya citado al principio: El Perdón es debido por Allah solamente a los que hacen el mal por ignorancia. Es decir que todo pecado que hace el siervo, aún cuando conozca qué es eso y cómo se hace, es por ignorancia que lo hace cuando se le ocurre meramente contrariar a su Señor. Y esto lo confirma lo que dice José (P) a sus hermanos: ¿Acaso conocéis lo que habéis hecho con José y su hermano siendo vosotros ignorantes?. (12:89) Así les atribuye la ignorancia por habérseles meramente ocurrido contrariar a Allah, exaltado sea.
EL PERDÓN DIVINO
El Perdón divino tiene dos posibles significados, por un lado es antes que nada un don de Allah, algo que El nos otorga para que podamos arrepentirnos. Es decir, el Perdón divino precede al arrepentimiento y también lo sigue, constituyendo primero un don anterior al arrepentimiento y que permite alcanzarlo; y segundo, constituye la superación del mal, del daño causado contra nosotros mismos al perjudicar a otros, superación a la cual llamamos «arrepentimiento».
Pero éste debe ser sincero y verdadero para que realmente se supere el mal o la deficiencia que cometemos. Por eso dice el Sagrado Corán: Luego los perdonó para que ellos se arrepintieran (9:118), es decir, el Perdón divino antecedió al arrepentimiento humano, así como la Generosidad de Allah es más grande que lo que uno suplica en particular. Allah propicia el arrepentimiento para confirmar luego el perdón de Su siervo.
Existen formas del Actuar divino establecidas por Allah para muchas cosas como el conocimiento, la riqueza material, el perdón, etc., que consisten en que El, exaltado sea, prepara o propicia el lugar de la dación: Antes de recibir el don, la merced de Allah, El prepara a Sus siervos para ello, los induce, los atrae hacia lo que los beneficia. Otro principio del Actuar divino es que El nos precede o supera siempre en el bien, es decir tiene prioridad para determinar las causas de nuestro propio bien. En el caso del Perdón ello es suscitando las causas del arrepentimiento para que éste se produzca, y luego El también le otorga el Perdón, es decir, la superación de la falta.
Atendamos al versículo que dice que los que sostienen el Trono y aquellos que están alrededor de él glorifican en Alabanza de Allah y creen en El, y piden la Indulgencia para quienes de los creyentes se arrepienten. (40:7) El arrepentimiento alcanza así el orden más elevado en la Creación, el del Trono divino. El Trono es el signo de la Sabiduría, del Conocimiento, porque el arrepentimiento nace de nuestra propia esencia y del rechazo del mal que a ella afecta.
¿Qué es concretamente el Perdón divino?
El Perdón de Allah constituye la superación de la conciencia de culpa. Lo extraordinario de esto es que Allah Exaltado es el Único que puede perdonar a Sus siervos: Quienes cuando obran el mal o se oprimen a sí mismos recuerdan a Allah y piden Indulgencia por sus faltas. ¿Y Quién puede perdonar los pecados excepto Allah?, sin que ellos se obstinen a sabiendas en lo que hicieron (3:135), dice el Sagrado Corán. Porque nadie por sí mismo podría escapar a la culpa. Una vez causado el daño contra sí mismo -y todo mal que cometemos, aunque afecte a otro, es un daño contra sí mismo- la persona no puede escapar a la culpa por su propia fuerza, de propia voluntad.
De allí que el Perdón divino sea un milagro, porque no es posible obtener ni el arrepentimiento, ni la superación de la culpa si no es gracias a Allah Exaltado, ya que sólo El puede salvarnos y eximirnos de las leyes de nuestra conciencia. Del mismo modo, sólo El puede hacer excepciones a las leyes naturales cuando produce un milagro. Es decir, una vez caído en la trampa de la culpa nadie puede librarse de ella si no es por Allah. Esto también está mencionado en el Sagrado Corán cuando dice: ¿Quién es El que responde al doliente cuando le implora y lo libra del mal? (27:62).
Y en tanto milagro, el perdón tiene una alta jerarquía en la vida del hombre y en el orden metafísico, lo cual también está expresado por el Sagrado Corán al decir: Los que sostienen el Trono y lo rodean glorifican en Alabanza a su Señor y en El creen, y piden Indulgencia para los que son creyentes diciendo: «¡Señor nuestro!, Tú abarcas todas las cosas con Misericordia y Conocimiento, ¡perdona, pues, a los que se arrepienten y siguen tu Sendero, y presérvalos del castigo del Ardentísimo!». (40:7) En este versículo la Indulgencia es pedida sólo para los creyentes al decir: Piden Indulgencia para los que son creyentes, no para los impíos. De hecho arrepentirse de verdad y alcanzar la Indulgencia divina es gracias a tener fe, pues sin la fe es imposible volverse atrás de los pecados y pedir perdón. Por lo cual, en tanto alguien no se arrepienta permanece impío.
Pero el arrepentimiento también es posterior a la fe, a que el hombre entre en el Sendero de Allah, pues todavía perdura el arrepentimiento cada vez que se realiza un acto de bien. El arrepentimiento es como un camino abierto cuya meta última no se puede vislumbrar, porque decía el Profeta (BPDyC): «Me arrepiento ante Allah 70 veces por día y a El pido Indulgencia», siendo él (BPDyC) el ser más perfecto, el impecable, con él sean la Bendición y la Paz y su descendencia y compañeros fieles. Y dice el Sagrado Corán que los que están a la Luz de Allah, y también a su Sombra, que reciben de Allah el engrandecimiento de su ser a la sombra de la Misericordia, ruegan todavía en el más allá junto al Profeta (BPDyC): ¡Señor nuestro! ¡perfecciona nuestra luz y perdónanos! (66:8)
La condición del pecado
La condición del pecado humano es bien extraña, porque por un lado existe la posibilidad de que cualquiera, sea creyente o impío, caiga en el mal, pues como dice el Sagrado Corán en el versículo varias veces citado: El Perdón solamente es debido por Allah a los que hacen el mal por ignorancia... (4:17), y la ignorancia afecta tanto al creyente como al impío.
En segundo lugar, el hecho de caer en el mal no es fatal e irredimible, porque por peor que sea el acto cometido puede ser perdonado por Allah, ya que El solamente no perdona la asociación o idolatría.
Esto es lo extraordinario: Que El perdone toda maldad, siendo que el perjuicio provocado por la maldad (sea a otro, aunque siempre a sí mismo) existió concretamente o aún existe. Sin embargo Allah permite que la víctima y el victimario alcancen por igual el consuelo, el renunciamiento que exige el arrepentimiento, y que desaparezca virtualmente la causa del mal y su consecuencia. En esto consiste el milagro del Perdón divino. Aún el que lleva en su cuerpo la señal del daño causado por otro, como la falta de una mano, o haber quedado ciego, o resultar perjudicado en su cuerpo de alguna manera evidente, puede llegar al consuelo del Perdón divino, a perdonar a su victimario, y éste a su vez puede llegar también a superar la culpa si se arrepiente a su Señor.[13]
En tercer lugar, es el conocimiento o la conciencia lo que determina el bien o el mal de un acto, no los determina la acción por sí misma, pues como ya mencionamos, el Sagrado Corán afirma que nuestra falta de conocimiento al cometer el mal es lo que permite que Allah nos perdone. Es decir, al cometer el mal ignoramos a Allah, y por esa misma razón es posible que El nos perdone.
Pero a partir de esto se abren muchas posibilidades: En primer término que se haga el acto malo con efectiva ignorancia y que luego uno se arrepienta, como sucede muchas veces; o bien que se haga el mal con ignorancia y uno luego no se arrepienta; o bien que se lo haga con conocimiento de rebelarse contra Allah y aún así no se arrepienta. Este último es el caso en que Allah no perdona, porque al que conoce que ha actuado mal y se ensordece y obstina en la maldad, a éste Allah no le perdona. Tal persona ha caído en la perversidad interior, y excepcionalmente puede alguien volverse atrás de esta situación de maldad y ser perdonado.
La condición del perverso es que realiza el mal con conocimiento, a sabiendas, como dice el Sagrado Corán. Conociendo que hace mal, que se rebela, que traiciona, que es desleal, que es mentiroso, que es falso, que perjudica a otro, etc., lo considera como algo útil para sí mismo y se obstina en justificarse. A éste excepcionalmente Allah lo perdona, si es que alguna vez llega a la conciencia de lo pernicioso que resulta su maldad.
También es posible que algún perverso se arrepienta sólo en apariencia de las consecuencias de sus actos, porque dichas consecuencias lo perjudican. Por ejemplo, que tema ser llevado preso, o que se lo castigue de algún modo, o ser difamado, o que pierda algo de lo que posee. En tal caso es posible que reconozca y se declare culpable de un mal menor pasando por arrepentido.
Todas esas situaciones existen, como sabemos, por lo cual el asunto de cometer el mal es bien complejo. Pero en su mayor parte Allah perdona el pecado, excepto al que actúa con obstinación en la maldad, pues Allah equipara dicha obstinación con la idolatría y la asociación a El. (Ver al respecto el versículo 40:85 en el subtítulo siguiente)
El castigo del más allá por no haberse arrepentido
Allah es Indulgentísimo y posterga la posibilidad de arrepentirse hasta el momento de la agonía. Excepto que si se llega a vislumbrar el más allá sin haberse arrepentido antes, y sólo en ese momento alguien desea hacerlo, esto no le es aceptado. Dice el Sagrado Corán: Y si vieras a los malhechores cabizbajos ante su Señor decir: «¡Señor nuestro!, hoy vemos y escuchamos [lo del más allá], ¡retórnanos [al mundo] para que hagamos el bien, porque por cierto estamos persuadidos!» (32:12) Y dice Allah: El Día en que sobrevengan algunos de los Signos de tu Señor, entonces no aprovechará a ningún alma su fe si no hubiese creído desde antes, o hubiese logrado un bien con su fe. (3:158). Y dice: Y cuando vieron nuestro azote dijeron: «¡Creemos en Allah Único y somos impíos a aquello con lo cual hacíamos idolatría!» Pero entonces no les aprovechará su fe cuando ya hayan visto Nuestro azote. Tal es la norma de Allah que se ha consumado en Sus siervos, y perderán entonces los impíos. (40:85).
Y confirmando que los impíos que mueran como tales no tienen perdón dice Allah: Excepto los que se hayan arrepentido y enmendado, y se hayan corregido, a estos Yo los perdono, siendo Yo muy Perdonador, Misericordiosísimo. Los que cometieron impiedad y mueran siendo impíos, sobre ellos es la maldición de Allah, de los ángeles y de la humanidad toda. Permanecerán en el Fuego, sin que se les atenúe el castigo ni sean contemplados. (2:162) Y dice: Los que hayan cometido impiedad y mueran siendo impíos, nos les será aceptado de ninguno de ellos ni el total de la tierra en oro si quisieran rescatarse con ello. Tales alcanzarán un castigo penosísimo y no tendrán quien los defienda. (3:91)
El arrepentimiento es luz, es conocimiento, es volverse sobre sí, enmendarse, corregirse, curarse, purificarse, y es lo que ama Allah, exaltado sea. Excepto que las tendencias, las bajezas, las pasiones nos llevan muchas veces a actuar con ignorancia, y necesitamos recuperarnos cada tanto con el arrepentimiento, que exige de nosotros, además, no reincidir en las faltas.
Allah otorga Su Perdón generosamente, pero expresa también: Allah no perdona que se Le asocie pero perdona fuera de esto a quien El quiere. (4:48).
La condición para obtener el Perdón divino es resarcir el daño causado a otros, en cuanto y tanto se pueda. El Día de la Resurrección Allah Exaltado no perdonará a Sus siervos si antes no los perdonan las víctimas objeto de sus maldades. Hasta tal punto llega la Justicia divina, que el Señor de los seres condiciona Su Perdón al previo perdón humano, porque Allah no menoscaba los derechos de los oprimidos.
Otras citas del Sagrado Corán y de la tradición
Expresa Allah, exaltado sea: [Dijo Hud a su pueblo]: «¡Pueblo!, ¡pedid la Indulgencia a vuestro Señor, luego arrepentíos a El!: Enviará sobre vosotros el cielo con abundante agua y os acrecentará en fuerza sobre fuerza. Pero no deis la espalda [a Allah] siendo malhechores. (52:11).
Describe así el hecho de que el arrepentimiento y el pedido de Indulgencia son un don de la Misericordia de Allah, porque dice enviará sobre vosotros el cielo con abundante agua, es decir Misericordia. Y en cuanto a que Allah nos acrecentará en fuerza, cuando la persona hace la experiencia de su cortedad, de su indigencia, de su limitación, reconoce por contraposición la Fuerza, la Suficiencia de su Señor. De ello deriva nuestra propia fuerza, ya que toda Fuerza y Poder solamente provienen de Allah. El reconocimiento de nuestra debilidad e indigencia y de la Fuerza y Poder de Allah, exaltado sea, constituye, pues, el crecimiento de nuestra propia fuerza y poder, de nuestro ser.
En Perlas esparcidas, una obra del famoso Imam Yalal Al-Din Al-Sauití (coautor del renombrado Tafsír Al-Yalaláin, una exégesis del Sagrado Corán), se narra del Profeta (BPDyC): «Allah acepta el arrepentimiento de Su siervo o da Indulgencia a Su siervo en tanto no caiga el velo». Se le preguntó: «¿Qué significa la caída del velo?». Respondió: «Que el alma egrese [del cuerpo] siendo idólatra». (Id.) Es decir, el velo es el cuerpo. Esto tiene que ver con lo que dice el versículo 4:18: Ni [el Perdón] es para los que mueren siendo impíos. A tales les hemos preparado un castigo penosísimo.
Acerca del dicho del Sagrado Corán: Por cierto que Yo [Allah] soy muy Perdonador del que se arrepiente y cree y obra el bien, y luego se encamina (20:82), indica que Allah no acepta de ningún siervo ninguna buena obra sino con lo que El impone como condición a los creyentes en este versículo, es decir, arrepentirse, creer, obrar el bien y encaminarse.
Sobre el pedido de Indulgencia se transmite que el Profeta (BPDyC) dijo: «No hay persona que peque y que a conciencia se asee [para la oración] y luego rece dos prosternaciones pidiendo la Indulgencia de Allah, Poderoso y Majestuoso, sin que El lo perdone». (MIK, I, p. 320). Y también se cuenta que dijo (BPDyC): «No habrá ninguno de vosotros que se asee [para la oración], perfeccionando su aseo, y que luego diga: `Testimonio que no hay Divino sino Allah, Único sin asociados a El, y testimonio que Muhammad es Su siervo y Mensajero', sin que se abran para él las ocho puertas del Paraíso entrando allí por cual de ellas quiera» (Id.) Y también que dijo el Profeta (BPDyC): «¡Aplicaos a `no hay Divino sino Allah (la Ilaha illa Allah)' y al pedido de Indulgencia y abundad de ambos!, porque Iblis [el diablo] dice: `Aniquilé a la humanidad por los pecados, pero ellos me aniquilaron con `la Ilaha illa Allah' y el pedido de Indulgencia, y cuando vi esto los derroté con las pasiones, pero ellos creen que están bien guiados». (Id.).
LAS GRANDES FALTAS
La Indulgencia y la Misericordia divinas
Recordemos que el Perdón divino no es inútil, que no es caprichoso ni por azar. El hombre debe aprovechar del Perdón para rectificarse y conocer lo mejor para sí mismo y para su prójimo, pues no se trata de un perdón automático, por decir así, en que uno confiesa sus pecados y otro le dice que le han sido perdonados. Esto es magia y el Islam no ofrece magia. El Perdón de Allah, primero muestra al siervo la verdad, para que él la asuma personalmente. Lo hace conciente de sí mismo, que se rectifique con su esfuerzo, y lo impulsa a esforzarse en dicha rectificación; le enseña a valorar el bien y a despreciar el mal y la rebeldía; lo devuelve a un estado anterior de bondad, superior al estado en que se encontraba en el pecado. Y todo esto con la participación del corazón del hombre, no como un acto mágico. Por eso dice que Allah es Conocentísimo. El perdón de Allah es el perdón del conocimiento y la sapiencia.
En el Sagrado Corán se mencionan otras dos realidades para superar el pecado: La Indulgencia y la Misericordia. La Indulgencia es lo que borra las causas del mal en el hombre, quien no actúa mal sino por determinadas causas que operan en él, como la codicia, la envidia, la soberbia, etc. La Indulgencia es como «la goma de borrar», digamos así, que le permite superar en un momento determinado cierta causa para que no lo afecte en ese momento, aunque quizás la misma reaparezca y tenga que volver a borrarla. También la Indulgencia de Allah borra la memoria agobiante de haber hecho algo malo. La perfección del perdón es que uno se olvide del mal que cometió, porque Allah ya se lo ha perdonado. Por su parte la Misericordia hace crecer el bien en el ser humano, lo completa, lo perfecciona, que es lo que quiere decir el término Misericordia.
Debemos saber que la gravedad del pecado no reside en el acto malo que se hizo, por peor que él sea, lo malo es no darse cuenta uno de sí mismo. El acto malo nos sirve para reflexionar sobre nosotros, sobre nuestra realidad interior. Lo malo consiste en el olvido de Allah, porque cuando nos volvemos sobre nosotros mismos y tomamos conciencia de nosotros, estamos ante la Presencia de Allah y eso borra todo pecado.
El acto malo es de este mundo, aunque sea un genocidio, es algo que va a pasar como pasará este mundo. Pero lo que no pasa y uno lleva al otro mundo es la falta de conciencia de sí mismo. Cuanto más conciencia la persona tenga de sí más va a haber superado sus pecados. Por eso el Profeta (BPDyC) en muchos hadices dice que si uno comete un mal y pide perdón a Allah, y después lo vuelve a cometer y vuelve a pedir perdón, y así 70 veces más, siempre le será perdonado, aunque reincida en la misma falta. Esto significa que no interesa el acto en sí mismo sino que se pida perdón. Al pedirlo uno toma conciencia de sí y queda ante la Presencia de Allah, y con eso es con lo que se va al otro mundo. El acto queda en este mundo, aunque la persona es juzgada por Allah por ese acto, pero debido a no haberse arrepentido. Si una persona se arrepiente antes de expirar, de exhalar su última bocanada de aire, es perdonado, porque toma conciencia de sí mismo y por lo tanto de Allah.
Tradiciones sobre las grandes faltas
Comentando el versículo 4:31 del Sagrado Corán que cita las enormidades que se os vedan, se narra que el Imam Ya'far Al-Sadiq (BP) dijo: «Las grandes maldades (o pecados) son las que Allah [en el Sagrado Corán] dispone para ellas el Fuego» (T, IV, p. 332). Y en otra versión del Imam Muhammad Al-Baqir (P): «Es todo aquello por lo cual Allah conmina (o amenaza) con el Fuego» (Id.). Del Imam Ya'far Al-Sadiq (P) quien dijo: «El que evita aquello por lo que Allah amenaza con el Fuego, si fuera un creyente, Allah lo eximirá de sus maldades y lo introducirá a un estado dignísimo. Las siete enormidades determinantes [del castigo del Fuego] son: Matar fuera de lo lícito [es decir el asesinato y el homicidio], desobedecer a los padres, dedicarse a la usura, volver a la idolatría después de haber emigrado [de ella], violar a las castas, devorar la fortuna del huérfano, y huir de la lucha» (T, IV, p. 333).
En una ocasión se le preguntó al Imam Ya'far Al Sadiq (P) sobre el versículo 4:31 que dice: Si vosotros evitáis las enormidades que se os vedan Nosotros os eximiremos de las maldades [menores a las enormidades] y os introduciremos a un estado dignísimo [el Jardín, o bien el recibimiento extraordinario del más allá]: «¿Cuáles son las perversidades o enormidades?», es decir los grandes pecados. Y el Imam (P) respondió: «La más grande de ellas es asociar a Allah [la idolatría], por lo que dice Allah, Poderoso y Majestuoso: Allah no perdona que se asocie a El [otra divinidad] (4:48). Y dice: Al que asocie a Allah, El le ha vedado el Jardín y su residencia será el Fuego. (5:72) Luego otra gran falta es la decepción respecto de la Misericordia de Allah, porque Allah dice: No desesperan de la Misericordia de Allah más que la gente impía. (12:87). Luego, el creerse a salvo de la acechanza de Allah, porque El dice: No se considera salvo de la acechanza de Allah sino la gente perdida (7:99). Luego la desobediencia a los padres. Allah Exaltado considera al desobediente rebelde [con sus padres] como un despiadado perverso cuando dice [Jesús (P) en el Sagrado Corán]: Y [me hizo] piadoso y obediente con mi madre y no me hizo despiadado y perverso. (19:32) Luego está el matar a un alma, lo que Allah prohibió excepto en justicia, porque El expresa: Al que mate intencionalmente a un creyente su pena será el Ardentísimo por siempre allí.(4:93) Luego violar a las vírgenes porque Allah expresa: Los que deshonren a las castas ingenuas y creyentes son malditos en el mundo y en el más allá y tendrán un castigo extraordinario.(24:23) Además robar la fortuna del huérfano, ya que dice: Los que devoran las riquezas de los huérfanos inicuamente, etc. (4:10) El huir de la batalla, ya que Allah dice: El que ese día [el día de la batalla] le de vuelta la espalda [al enemigo], excepto que sea como estratagema para la lucha o para agruparse con un sector [de los suyos], se habrá granjeado la ira de Allah y su morada final será el Fuego, ¡qué pésimo destino!. (8:16) Luego el dedicarse a la usura, porque Allah dice: Los que se dedican a la usura no se yerguen sino como se para el que es sacudido al contacto de Satanás (2:275) Y dice: Si no lo hacéis [abandonar la usura] notificaos de una guerra de Allah y su Mensajero [contra vosotros] (2:279). También la magia [y las otras malas artes], ya que Allah dice: E hicieron conocer [los ángeles Harut y Marut en Babilonia] a los que la adquirieron [la magia] que no obtendrán por eso parte alguna del más allá. (2:102) También el adulterio ya que Allah expresa: El que realice esto encontrará lo peor, se le duplicará el castigo el Día de la Resurrección y estará allí por siempre degradado. (25:69) También el perjurio [o el juramento premeditado] porque Allah dice: Quienes adquieren con el pacto de Allah y sus juramentos una vil ganancia, tales no tendrán ninguna parte en el más allá. (3:77) Y la defraudación o estafa porque dice Allah exaltado: El que estafe se presentará el Día de la Resurrección con lo que haya defraudado [como tortura] (3:161). Y evadir la contribución prescripta (al-zakat) ya que Allah expresa: El Día en que para él [para el castigo debido a evadir la zakat] se inflame el fuego del Ardentísimo y él cauterice sus frentes, sus costados y sus espaldas (9:35). También el falso testimonio y el ocultamiento del testimonio, porque Allah dice: El que lo oculte será maligno de corazón. (2:283) Y el beber embriagantes, porque Allah lo equipara con la devoción a los ídolos. Y abandonar la oración intencional o voluntariamente, o abandonar cualquiera otra cosa de lo que Allah Exaltado impuso como deber, porque el Mensajero de Allah (BPDyC) expresó: 'El que abandona la salah (oración) voluntariamente se habrá salido de la responsabilidad y custodia de Allah, y de la responsabilidad y custodia de su Mensajero'. Y violar los pactos y romper los lazos de parentesco, pues Allah expresa: Tales tendrán la maldición [de Allah] y la peor morada.(13:25)» (T, IV, pp. 333-334).
Dijo Ibn Abbas: «Los pecados mayores son los que Allah retribuye con el Fuego, o Su ira, o Su maldición o castigo» (Id.). Y expresó: «Todo cuanto Allah veda realizarlo es un pecado grande». Esto se debe a que al actuar así se desprecian los mandatos y prohibiciones de Allah, y el que lo hace a sabiendas, con perversidad, cae en un gran pecado, por pequeño que sea el hecho, debido a la perversidad de rebelarse contra Allah.
Los testimonios de la tradición son muchos sobre que no sólo son siete los grandes pecados, sino setenta o setecientos. Es decir, siete sería un número más bien simbólico. Y más que el hecho mismo de la falta o de la mala acción está la intención del siervo de rebelarse contra Allah, oponerse a El y proceder con malignidad. Como dijimos en un comentario anterior, la perversidad es hacer el mal a sabiendas porque contamina el conocimiento. El que conoce que algo es malo y lo realiza está pervirtiendo su intelecto, que es la realidad más grande que tiene el hombre. Es lo que Jesús (P) llama en el Evangelio «el pecado contra el espíritu». El espíritu es el intelecto del hombre. Entonces la perversidad es conocer lo que hace como malo e igualmente cometerlo.
Dice una tradición: «Disertó el Mensajero de Allah (BPDyC) cierta vez y expresó: `¡Por Quien tiene mi alma en sus Manos [Allah]!', lo dijo tres veces y luego inclinó la cabeza cabizbajo llorando, y cada uno de nosotros [sus compañeros] hizo lo mismo, sin saber respecto de qué había jurado. Luego elevó su cabeza con júbilo en el rostro, lo cual fue para nosotros mejor que lo más valioso del mundo, y dijo: `No hay siervo que rece las cinco oraciones, que ayune [el mes de] Ramadán, que aporte la contribución obligatoria (al-zakah), y que evite los grandes pecados, sin que le sean abiertas las puertas del Paraíso y se le diga: ¡Penetra en paz!'». (MIK, I, p. 379).
En una tradición dice el Profeta (BPDyC): «El que adore a Allah sin asociar nada a El, cumpla la oración, otorgue la contribución, ayune [el mes de] Ramadan, y evite las enormidades, obtendrá el Paraíso (o bien dijo: entrará en el Paraíso)». Entonces un hombre le preguntó: « ¿Qué son las enormidades?». Respondió: «Asociar a Allah, matar a un alma de musulmán, y huir cuando se ataca» (Id.).
En otra oportunidad después de mencionar a la asociación o idolatría, el homicidio, y la rebeldía contra los padres, como tres graves pecados agregó: «¿No os informaré acaso del más grande de los pecados [de entre los antes mencionados u otros]?». Le respondieron sus seguidores: «¡Claro que sí, Mensajero de Allah!». Prosiguió: «Asociar a Allah y el dicho falso -o bien dijo el falso testimonio-». En otra versión en lugar de «el dicho o testimonio falso» expresa «asociar a Allah y desobedecer a los padres». Y como estaba sentado apoyado de costado se levantó y agregó: «Aún más: el falso testimonio y el decir falsedades», y no dejó de repetir esto hasta que sus compañeros pensaron: «¡Ojalá se hubiese callado!» (Id.)
Abdallah Ibn Mas'ud preguntó: «Mensajero de Allah, ¿cuál pecado es el más grave (o dijo el mayor)?». Le respondió: «Que atribuyas a tu Señor un equivalente siendo que El te creó». Volvió a preguntar Ibn Mas'ud: «¿Luego cuál otro?». Respondió: «Que mates a tu hijo por miedo a tener que alimentarlo contigo». Volvió a preguntar: «¿Luego cuál otro?». Respondió: «Que cometas adulterio con la esposa de tu vecino [lo cual se refiere al caso más frecuente, no a que el resto de los adulterios sean lícitos]». Y finalmente recitó el Profeta (BPDyC) los versículos 25:68-70.
En otra tradición se cuenta que el Mensajero de Allah (BPDyC) expresó: «El mayor de los pecados es asociar a Allah [en idolatría], desobedecer a los padres y el juramento premeditado [falso y con intención maligna]. Nunca uno juró por Allah haciéndolo premeditadamente, aunque hubiese falseado tanto como las alas de un mosquito, sin que ello fuera un quiste en su corazón hasta el Día del Juicio» (Id.)
En otra tradición expresa el Profeta (BPDyC): «De los mayores pecados es que la persona maldiga a sus padres». Le preguntaron: «¿Cómo la persona puede llegar a maldecir a sus padres?». Respondió: «Uno maldice al padre de otro, y éste maldice a su padre [el del primero], y si maldice [uno] a la madre [del otro, éste] maldecirá a su madre» (Id.). Y dijo (BPDyC): «Injuriar [o insultar] al musulmán es perversión, y matarlo es impiedad» (Id.).
Ibn Abbas contó que el Profeta (BPDyC) dijo: «Dañar a través del legado es uno de los pecados mayores» (MIK, I, p. 381). Y en otra tradición, después de mencionar algunos de los anteriores pecados graves que ya citamos antes, preguntó el Profeta (BPDyC) a sus seguidores: «¿Dónde ubicaréis a quienes adquieren con su pacto con Allah y sus juramentos [de fe] una vil ganancia [aludiendo así al vers. 3:77]?» (Id.)
En Perlas esparcidas, una fuente sunnita, dice lo siguiente: «Dijo el Mensajero de Allah (BPDyC): `¡Evitad las siete calamidades!'. Le preguntaron: `¿Y cuáles son, Mensajero de Allah?'. Respondió: `Asociar a Allah [es decir la idolatría, tomar una divinidad junto a Allah, con Allah o fuera de Allah]; matar a un alma, lo que Allah prohibió excepto en justicia; la magia [y las otras artes malas]; dedicarse a la usura; a robar las riquezas de los huérfanos; huir el día de la batalla [cuando el ataque]; violar a las castas ingenuas y creyentes'». (T, IV, p. 335; MIK, I, pp. 379-380). En la misma fuente se cuenta que el Mensajero de Allah (BPDyC) escribió una carta personal a la gente del Yemen, cuando envió allí a Umru Ibn Hazam para enseñarles, carta que contenía los deberes, las prácticas y las penas del Islam. En ella decía que «el mayor de los pecados ante Allah el Día de la Resurrección es asociar a Allah, matar a un creyente sin justicia, huir el día de la batalla, desobedecer a los padres, deshonrar a las castas, aprender la magia [u otras malas artes], dedicarse a la usura y robar la riqueza del huérfano». (Id.; MIK, I, p. 380).
En Perlas esparcidas también se trae lo siguiente: «Escuché al Profeta expresar: `¿Es que mi intercesión no es por la gente de mi comunidad de los grandes pecados?'. Y luego recitó el vesículo 4:31 que dice: Si vosotros evitáis las enormidades que se os vedan, Nosotros os eximiremos de las maldades [menores a las enormidades] y os introduciremos a un estado dignísimo [el Jardín, o bien el recibimiento extraordinario del más allá].
Conclusión sobre las grandes faltas
De lo leído deducimos que hay grandes y pequeñas faltas, por cuanto el versículo 4:31 dice que si uno evita las enormidades que Allah prohibió, como matar a una persona, por ejemplo, la usura, la violación de las castas, el adulterio, el huir en la batalla cuando uno está comprometido por la Causa de Allah, y antes que nada asociar a Allah o practicar la idolatría, además de otras grandes maldades, si las evita se le perdonarán las pequeñas faltas. ¿Cuáles son éstas? Son, por citar un caso, las faltas que se realizan sin intención pero que perjudican a otros, y luego uno se da cuenta que cometió el mal, pero que lo hizo por ignorancia o por engaño creyendo que hacía el bien; o las faltas en las que nos domina la ira o la pasión por un momento, sin ser nosotros personas violentas, iracundas, corruptas, ni dedicadas a los vicios y las pasiones de cualquier especie. O bien, si a alguien le dan a probar alguna droga, y lamentablemente lo hace por única vez y nunca más se deja engañar, esa persona comete un pecado menor. Contrario a ello es la persona que comete el mal a conciencia, como luego mencionaremos. Si alguien miente alguna vez por debilidad, o para evitar un grave peligro para su vida o sus bienes (e inclusive en algún caso esto está justificado por el Islam), ello no se considera un gran delito, una falta mayor, sino que se la considera pequeña.
Pero Allah no dice que la pequeña falta no tenga importancia, dice que se perdonará en tanto no se hagan las enormidades, las grandes maldades. Tal es el secreto del versículo. Si uno comete algo sin intención de maldad, sin perversidad, sin mezclar el mal a sabiendas con su inteligencia, en lo que cae mucha gente, es posible que le sea perdonada esa pequeña falta si no comete grandes maldades. Estas últimas no necesariamente son las más conocidas, sino por ejemplo construir una bomba atómica, un arma terrible, hacer la guerra «quirúrgica», matar a la gente «científicamente», la polución del ambiente a sabiendas de que se está aniquilando el mundo, la destrucción de la naturaleza, el genocidio de grandes poblaciones, el probar como conejos de la India a la gente con ciertos medicamentos no seguros todavía, como sucede en lo que se llama «el tercer mundo», o crear sistemas económicos para explotar al resto del mundo, o concebir sistemas financieros y bancarios que generan deudas a los países débiles (que en realidad es totalmente ajena a los mismos que la tienen que pagar). Todos los que hacen esto no son inocentes, no lo cometen sin intención, sino por el contrario con mucha mala intención. Por lo tanto, tales faltas no son «pequeñas maldades» sino grandes perversidades. Y observamos que por parte del hombre la imaginación para crear perversidades es ilimitada, y que nace de la mala intención de aprovecharse del prójimo, de destruir, corromper, etc.
Pero, ¿cómo considerar una falta que es grande o bien pequeña? Ello no depende de que las faltas se comparen unas con las otras, que se diga que el asesinato, o el genocidio, o la idolatría son peores que insultar al prójimo. No se procede de este modo, sino que se evalúa la falta de acuerdo a la intención contraria a Allah que la persona tuvo al cometerla, que en realidad es la intención contraria a sí mismo. La posición de Allah en el hombre es el sí mismo del hombre, Allah no es un objeto externo, exaltado sea, El se conoce en el corazón del hombre y está presente en todos los seres. Es decir, cada vez que cometemos un acto de perversidad a conciencia de que eso es malo y una rebeldía contra Allah, contra Sus vedas y Sus mandatos, o una trasgresión de los deberes y las prácticas del Islam (cuando somos musulmanes), el mal que cometemos constituye una gran maldad aunque sea una falta pequeña. Como dijo el Profeta (BPDyC): «No hay maldad (o pecado, o falta) pequeña con la obstinación [en hacerla]», lo cual significa con conocimiento y reiteración. De este modo la falta, por más pequeña que sea, se convierte en grande. Y agregó el Profeta (BPDyC): «Ni hay falta grande con el pedido de perdón [y el arrepentimiento]». Es decir, cualquier falta por más grande que sea no destruye el universo, no afecta a Allah en nada, absolutamente. Dice el Sagrado Corán: Hacia El se elevan la palabra bella, y el acto bueno El lo exalta (35: 10), y dice: Suyo es el ejemplo más elevado en los cielos y en la tierra, siendo El Poderosísimo, Sapientísimo (30:27). Ninguna abominación, blasfemia, maldad, mala acción, mala intención, se elevan hacia Allah ni lo afectan en nada, son imbecilidades del que las comete. Y si éste se arrepiente, tantas veces como se arrepienta le es borrada la falta, por más grande que sea: «No hay pequeña falta con la obstinación (y la reincidencia en hacerla), ni hay gran falta con el pedido de perdón». Ninguna gran falta se resiste al pedido del perdón a Allah.
En conclusión, una falta no es grande en comparación a otra sino en relación a cuál es nuestra intención con Allah, y dicha intención no es más que la que tenemos con nosotros mismos. Allah es el Mejor de los maquinadores, intrigó para que cuando creemos que Le hacemos daño a El sólo nos hagamos daño a nosotros mismos. Abandonar la salah, el compromiso, el bien, al dedicarnos sólo al mundo, ¿a quién perjudica?...
Pero además, hay objetivamente faltas muy graves que Allah castiga muy severamente, o amenaza con su castigo, pero ellas requieren de la obstinación del siervo para que le sean contadas en su contra. Cuando alguien se emperra en hacer maldad y no reacciona, tiene entonces el corazón ciego o vacío, como dice el Sagrado Corán, o como dice Jesús el hijo de María (BP) tienen los corazones empedernidos. Es lo que mencionamos anteriormente sobre que no hay peor situación que la del que se decepciona de la Misericordia de Allah, pues cree que ya está encerrado en su falta, en su degradación, en su caída.
Recuerden lo que expresó el Profeta (BPDyC): « ¿Acaso mi intercesión [para el perdón de los pecados] no es a favor de los grandes pecadores de mi comunidad?». Es decir, la intercesión del Profeta (BPDyC) es efectiva y por ello todos los pecados son perdonados por Allah, pero esto requiere de un acto de conciencia del ser humano, que él se convenza de que lo malo es malo y lo bueno es bueno, que no se entregue a la maldad a sabiendas, que reaccione contra Satanás cada vez que éste lo incita hacia el mal, que persevere en la lucha espiritual, por el perfeccionamiento de su ser, su purificación. Y una de las mejores cosas para ello es pedir la Indulgencia de Allah.
El castigo del tacaño y del hipócrita
Algunos de los versículos hablan sobre el castigo infernal en el sentido que para los tacaños e hipócritas Allah les tiene preparado el Fuego. Sobre el perdón de los condenados al Fuego, Abu Said Al-Judri uno de los grandes compañeros del Profeta (BPDyC), con él sea la Complacencia de Allah, narró que el Mensajero de Allah (BPDyC) en una extensa tradición sobre la intercesión para el perdón de los pecados expresó, entre otras cosas, lo siguiente: «Allah Poderoso y Majestuoso ordenará entonces [a los ángeles]: `¡Retornad [al Fuego] y al que encontréis [allí] con un grano de mostaza de fe en su corazón, ¡extraedlo del Fuego infernal!'». Y en otra versión dice: «Y al que encontréis allí como con el más pequeño, pequeño, pequeño grano de mostaza de fe, ¡extraedlo del Fuego infernal!», y como sabemos el grano de mostaza es el más pequeño que hay en la naturaleza entre los granos en comparación al árbol que produce. Así se demuestra la Misericordia y la Indulgencia divinas por el hecho de que el pequeñísimo, ínfimo grano de mostaza de fe en el corazón del hombre permitirá que sea perdonado. Y agrega la tradición que serán extraídos muchísimos seres. Por fin expresó Abu Said Al-Judri: «Recitad si lo deseáis sin duda que Allah no menoscaba ni por el peso de una brizna, pero si se tratara de un bien realizado lo reduplicaría [en bien] y concedería de Su parte [al bienhechor] una recompensa extraordinaria» [4:40].
Fin
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Notas
[1] Si se dice "tába" significa "se arrepintió", y si se dice "tába ´aláihi" significará "lo perdonó".
[2] La palabra árabe que designa la vergüenza también tiene que ver con la que designa la vida. La vergüenza, el pudor, es la vida del alma. De aquí que cuando uno tiene pudor o verguenza se enrojese su rostro, siendo la sangre el signo de la vida.
[3] De Mujtar Al-Ahadizi Al-Nabauuiah ual-Híkami Al-Muhammadiah, de Al-Saied Ahmad Al-Háshimi, p. 20. Dar Al-Kútub Al-Ilmiiah, Bairut, Líbano, sin fecha. La tradición citada se remite a Al-Tirmidhi, de parte de Ibn Mas`ud. En adelante mencionamos a la obra mencionada con la abreviatura: Mujtar.
[4] La tradición completa expresa: "Informó Abu Mas´ud que el Profeta (BPD) expresó: ´Por cierto que lo que la gente comprendió de las palabras de los primeros Profetas es: Si no tienes verguenza haz lo que quieras`" (de la obra Yauáhir Al-Bujari, del Sheij Al-Qistilani, pp. 490-491. Dar Al-Fikr lil-Tiba´ah, Bairut, Líbano, 1981).
[5] Mujtar, p. 70, se remite a Abu Na´ím, de parte de Ibn Omar.
[6] MIK son las siglas de Mujtásar Ibn Kazír, de ´Imad Al-Din Ibn Kazír Al-Dimashquí, obra abreviada por el Sheij Muhammad Alí Al-Sabuní, Dar Al-Qur´an Al-Karím, Bairut, Líbano, 1393 de la Hégira.
[7] Mujtar, p. 38, se remite al Imam Ahmad Ibn Hanbal, la complacencia de Allah sea con él.
[8] Hoy cualquier revista, diario, o cualquier otro medio, chapucean con abundancia sobre cómo se deben justificar los males del alma y las fallas morales. Para nosotros, aún cuando exista una justificación racional para un hecho moralmente nocivo, no se la debe usar si el culpable desea de verdad superar su culpa. Justificarse en tal caso constituye una debilidad del alma, y también es otra expresión de la misma causa que provoca la mala acción.
[9] Hasta el punto de que Allah hace que los ángeles del registro de las acciones humanas olviden lo que habían registrado de las malas obras del siervo. Los ángeles con su memoria son el registro mismo, y Allah permite que ellos lo olviden, desapareciendo así lo registrado contra el siervo. En realidad, cuando se dice que los ángeles "escriben las acciones", no es más que el hecho de que registran en sí mismos como testigos aquello que el siervo hace (como si fueran una máquina filmadora o una video, guardando las debidas distancias).
[10] Lo relata Al-Baihaqí, citado en Mujtar, p. 62. La tradición completa dice allí: "El que se arrepiente de su falta es como el que no la tuviera, y el que pide perdón por su falta, mientras él la comete, es como el que se burla de su Señor".
[11] Pero aún cuando el que daña a otros intente contrariar a Allah, perjudicando a Sus criaturas, dicho mal recae finalmente sobre su mismo autor, porque a Allah Exaltado no alcanza ningún perjuicio.
[12] Dicen los yinn o genios en el Sagrado Corán: Pero estamos persuadidos de que no podremos superar a Allah [con nuestro poder] en la tierra, ni Lo podremos nunca superar huyendo [de Su castigo] (72:12-13), pues es imposible escapar de El, exaltado sea.
[13] Esto a veces resulta bastante diferente a lo que sucede normalmente en la naturaleza, donde al arruinarse algo no podemos fácilmente reconstruirlo. El hombre con su estado de conciencia puede reconstruir inclusive aquello que no existe, como la falta de un brazo, o haber quedado ciego, o un daño causado por otro.
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