el profeta ismael (P) y los arabes
Quienes son los árabes
A los árabes originales se los denomina `árab al-`áribah, "los árabes arábigos", para distinguirlos de `árab al-mustá`ribah, los "los árabes arabizados", que son los que adhirieron a su lengua o a su modo de vida, sin ser de ninguna tribu original. Se elogia a los árabes originales por la elocuencia con que se expresan, la hospitalidad que brindan a sus huéspedes, y ciertas virtudes que cultivan, o bien que ellos admiran, como por ejemplo la templanza (al-hilm), la virilidad o valentía (al-murúah), que también indica ser propenso a adquirir buenas costumbres, la elocuencia (al-fasáhah), especialmente demostrada en el arte de la poesía, la lealtad de tribu (al-`asabíah), que suele degenerar en fanatismo, la generosidad (al-káram), que también significa "nobleza", la fidelidad a las promesas (al-amánah), que suele ser violada con la traición a los pactos de tribus y a las treguas pactadas (aunque se mantiene más firme respecto de las promesas sobre prendas o depósitos), el honor o dignidad de la persona (al-sháraf).
El eje de la cultura arábiga
Especialmente el eje de la cultura arábiga es la lengua árabe, con la que también se expresa el Sagrado Corán. Numerosos versículos del Libro destacan este hecho: Nosotros lo revelamos como un Corán arábigo, quizás así comprendáis (12:2), es decir un Corán en lengua árabe; y así es como lo revelamos como sabiduría arábiga (13:37); un Libro en el que fueron discriminados sus versículos [signos], un Corán arábigo para gente que conoce (41:3); este es un Libro confirmante [de las revelaciones anteriores] de lengua arábiga para advertencia de los inicuos y como buena nueva para los benevolentes (46:12).
Surgimiento de los árabes
En las tradiciones sobre el surgimiento de los árabes se los vincula con el Profeta Ismael (P), primogénito de Abraham (P), a quien la Biblia y el Sagrado Corán enaltecen. Ismael e Isaac, con ambos sea la Paz, son los herederos espirituales de la doctrina de Abraham (P), el Tauhíd, la Unidad divina absoluta. Abraham (P) fue el conocimiento inmanente, inmutable, la veracidad en persona, la matriz donde Allah depositó lo que Él quiso, y que sólo con Muhámmad (BPDyC) se plenificó para toda la humanidad, pues solamente él, no otro, conoce la realidad esencial de Abraham (P). Ismael fue su albacea, su principal heredero del conocimiento.
Con Abraham la historia de la humanidad da un giro completo, saliendo de la ignorancia y entrando en el conocimiento. La concepción animista que prevalecía iba a ser confrontada con el Tauhíd, no solamente en el plano teórico, sino del conocimiento de sí mismo, para la plenificación del ser particular, espiritual y prácticamente.
A Isaac le corresponde iluminar la tierra santa de Siria-Palestina. Ismael fue enviado a refinar a los árabes y elevarlos a la dignidad de los futuros receptores del Sagrado Corán y del Profeta Muhámmad (BPDyC), un pueblo bueno, digno del conocimiento de Abraham (BP) y de la Ká`bah, el Templo que allí reconstruyó Abraham con la ayuda de su hijo Ismael. La Ká`bah fue la amánah, el depósito sagrado de ese pueblo, que debía preservar como prenda para la humanidad al final de los tiempos. Y así se formó el núcleo de la espiritualización de la humanidad, porque desde aquellos lugares se proyectaron las luces de la Verdad hacia las regiones más remotas del planeta.
De la simiente de Ismael aparecieron Profetas desconocidos, el más elevado de los cuales es Muhámmad (BPDyC). La nobleza de Muhámmad (BPDyC) fue heredada por sus descendientes, y fue esplendor en los Imames (BP) de su descendencia, frutos del árbol bendito que no es oriental ni occidental. Los ojos de Ismael descansan y su corazón se enternece por sus descendientes amables y nobles, que bendicen la salát y la zakát, y son bendecidos por ellas, y por los que bendicen a su descendencia y se asimilan a ella, y entienden que su descendencia son todos los hombres que adhieren a Abraham (BP).
La doctrina abrahámica
La doctrina abrahámica tiene dos pilares prácticos, la oración o salát, y la dación o contribución, la zakát, dos puertas que Allah abrió allí donde Ismael (P) fue enviado. Y el símbolo máximo de la doctrina de Abraham e Ismael, con ambos sea la Bendición y la Paz, es la entrega total al Señor, el sacrificio, cuando Ismael expuso su vida, creyendo sin dudar en la visión de su padre. Esto constituyó la instauración del Islam en la tierra, antes no conocido, apertura que elevó al hombre a una jerarquía por sobre las columnas de la creación, siervo de ella y su sostenedor. El sacrificio de Ismael (P) es el ejemplo de la entrega espiritual, es el acceso a la plenificación en Allah.[1]
La cultura implantada por Ismael entre los árabes es la verdadera cultura, desde Adán hasta Muhámmad (BPDyC), es la cultura de la tierra y los vientos, de los animales y del agua, del cielo y del vuelo y retorno de los pájaros. Es la cultura olvidada hoy por la humanidad, que no está representada sino por un fantasma, y que sólo unos pocos viven plenamente, pero que será restaurada por el Imam Al-Mahdí (BP). Es el Islam verdadero, algo integral, no una ideología ni una práctica, ni una idea, es lo que Allah quiere de vida para la humanidad. Ismael (P) es esa cultura.
Abraham (P) tuvo cuatro esposas, Háyar dio a luz a Ismael, y Cetura (Génesis, 25:1-6), otra de sus esposas, procreó a Madián y Medán, ancestros de tribus árabes. La Biblia se refiere también a «doce príncipes» descendientes de Ismael (P), jefes de tribus árabes. El primer pacto de Allah con Abraham fue también con Ismael (P), quedando concertado cuando ambos se circuncidaron. Abraham (P) se circuncidó a sí mismo y luego lo hizo con su hijo (Génesis, 17:23-25), y así todos los árabes antes del Islam, aunque fueran idólatras, cumplían con esa práctica.
Dice el Génesis: Cayó Abram rostro en tierra, y Dios le habló así: «Por mi parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido. Te haré fecundo sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi alianza entre nosotros dos, y con tu descendencia después de ti, de generación en generación: una alianza eterna, de ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad… Os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la alianza entre yo y vosotros.» …Y dijo Abraham a Dios: «¡Si al menos Ismael viviera en tu presencia!» Respondió Dios: «… En cuanto a Ismael, también te he escuchado: He aquí que le bendigo, le hago fecundo y le haré crecer sobremanera. Doce príncipes engendrará, y haré de él un gran pueblo… Tomó entonces Abraham a su hijo Ismael, a todos los nacidos en su casa y a todos los comprados con su dinero - a todos los varones de la casa de Abraham - y aquel mismo día les circuncidó la carne del prepucio, como Dios le había mandado.» Tenía Abraham 99 años cuando circuncidó la carne de su prepucio. Ismael, su hijo, era de trece años cuando se le circuncidó la carne de su prepucio. El mismo día fueron circuncidados Abraham y su hijo Ismael (Gén. 17)[2]
El pacto de Allah con Abraham, para otorgarle la tierra prometida, Palestina, a él y a su descendencia, abarcó, entonces, no solamente a los hebreos e israelitas sino a todos sus descendientes. Pero sobre todo, el pacto no se fijó exclusivamente en la concesión de la tierra, la cual está sujeta a la fidelidad con la doctrina, más que a pertenecer o no a un determinado pueblo. Esta es la universalidad alcanzada con el Islam, plenificación de la doctrina de Abraham (P).
Y así cómo con el surgimiento del cristianismo quedó derogada la elección del pueblo ("el pueblo elegido") por las palabras de Jesús, con él sean la Bendición y la Paz, el pacto del Señor con los seguidores y descendientes de Abraham también llega a su concreción plena con el Islam, que se estableció en el territorio prometido (como antes lo hicieron otros pueblos descendientes de Abraham), y unió y pacificó al Cercano Oriente. Dijo Jesús (P) sobre la derogación de la elección: «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. «Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.» (Luc. 13,28-30). Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» (Mat. 8,11-12).[3]
La plenitud de la dotrina de Abraham
Y gracias a que con el Islam la doctrina de Abraham (P) alcanza su plenitud, surge así la preeminencia de los musulmanes en cuanto al pacto con el Señor: Los dilectos de Abraham en la humanidad son sin duda quienes le siguen, y este Profeta [Muhámmad], y los creyentes [que están con él] (3:68). Y en consecuencia, adquieren la heredad de la tierra sagrada prometida a Abraham (P), nuestro padre. Es por ello que el Profeta (BPDyC) adjudicó por escrito a uno de sus seguidores, de la tribu de Al-Dari, como retribución por cierta acción, el cuidado de la tumba de Abraham (P), que se encuentra dentro de una mezquita, en la ciudad de Hebrón, ciudad que se conoce actualmente en árabe con el nombre de Al-Jalíl, "el amigo íntimo", o Jalíl Al-Rahmán, "el amigo íntimo del Más Misericordioso", apodos de Abraham (P). El escrito por el cual el Profeta (BPDyC) le concedió el cuidado de esa tumba todavía está en posesión de los descendientes de aquel compañero, y ellos lo pueden exhibir, siendo todavía ellos los guardianes de aquel lugar, donde se encuentran también, según se cree, las tumbas de Sara, Isaac y Jacob.
Pero lo importante es que este hecho constituyó un acto de libre disposición del Profeta (BPDyC), por mandato divino, cuando aún todavía los musulmanes no dominaban el territorio de Siria-Palestina, ni habían ingresado en Jerusalén ni en Hebrón, aunque ya el Mensajero de Allah (BPDyC) lo había preanunciado. Y entonces, el derecho de los musulmanes a gobernar la tierra sagrada quedó consagrado por el documento mencionado, por si hubiera alguna duda todavía sobre los textos sagrados.
fin
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[1] Es también el modelo de la experiencia espiritual profunda, y donde haya un verdadero maestro espiritual Allah induce ese sacrificio a través de él, por la ley inquebrantable del guía y del guiado.
[2] La Santa Biblia, versión Biblia de Jerusalén, 1976.
[3] La teología cristiana presenta otros fundamentos para justificar la derogación, o bien modificación, del pacto anterior, sostenido por los judíos, con el nuevo pacto, iniciado por Jesús (P) en la llamada "última cena", al celebrar la pascua. Y en ello se funda la eucaristía (acción de gracias), pilar del rito cristiano o "misa", es decir la realización del misterio.
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Los pueblos arábigos en la historia