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sobre la indulgencia

Dice el Sagrado Corán:

Que seáis indulgentes es lo más próximo al temor y la virtud ante Allah (2: 237).

Allah nos enseña que la Indulgencia, al-`áfu y también al-gufran, es lo más próximo al temor de El, en el sentido de que el siervo indulgente tiene conciencia plena de la Presencia y del Poderío divinos, y de lo que él ambicionaría o anhelaría que Allah haga con él. Una vieja máxima dice: "Has con los otros lo que quisieras que ellos hagan contigo". También debemos hacer con los otros lo que queremos que Allah haga con nosotros, porque en los otros está presente Allah, y al tratar con ellos tratamos con El exaltado sea.

En cuanto a la virtud, la misma palabra árabe "taqua" significa temor y virtud (según el contexto en que se use). Como en latín "virtud", en árabe palabra "taqua" viene de la misma raíz que la palabra "fuerza" ("qua"). Ser virtuoso ante Allah es lo mismo que temerle (que no significa tener miedo, porque este es instintivo, físico, una reacción ante lo desconocido), sino que significa percibir Su Grandeza y nuestra pequeñez, y conmovernos ante ello. Es gracias al temor a Allah que somos rectos y virtuosos: "El temor a Allah es el principio de la Sabiduría", dijo el Profeta (BPDyC).

Al-Hasan Al-Basri cierta vez quiso interceder ante un Emir por alguien que iba a ser ejecutado. Así que fue a lo del Emir y le contó la historia del Profeta José (P). No es raro que por su sabiduría Al-Hasan Al Basri le hubiese contado esa historia, porque es en el Sagrado Corán la que contiene más enseñanzas de tipo práctico y ético para los seres humanos. Se encuentra en la sura o capítulo 12, y en ella vemos cómo se presentan las contradicciones y las pruebas, las tentaciones y el goce en la vida del ser humano. Contradicciones algunas aparentes y otras concretas, por las cuales el hombre es probado a fondo en sus decisiones, cuando debe decidir algo importante en lo que le va el bien y el mal, el destino espiritual y el material. Vemos en esa historia cómo el ser humano es objeto de la envidia, del odio, de la maldad, inclusive por parte de sus más próximos, y cómo se le niegan sus méritos. Los hermanos de José (P) hicieron esto con él, hasta el punto que lo quisieron hacer desaparecer tirándolo a un pozo, y que finalmente, unos beduinos que iban en caravana a Egipto lo sacaron del pozo y lo vendieron como esclavo en este ultimo país.

Al-Hasan Al-Basri invitó al Emir a recordar esta historia, tratando de hacerlo reflexionar y de que perdonase al condenado. Citó al respecto la mala conducta de los hermanos de José (P), y cómo Allah, después de tantas penurias que pasó José en Egipto, de sufrir la cárcel, finalmente le otorga el gobierno de todo ese país. De la cárcel pasa al gobierno y a la dignidad elevada en el plano espiritual, reconocida, dignidad que ya poseía secretamente. Y por fin, Allah quiere que se reencuentre con su familia, sus hermanos se arrepienten ante él, y como testimonio de su indulgencia él dice: No haya reproche contra vosotros hoy, que Allah os perdone, pues El es el más Misericordioso de los Misericordiosísimos (12: 92).

Al decir "más Misericordioso de los Misericordiosísimos", José (P) hace una invocación muy profunda para el perdón y la indulgencia, demuestra que conocía a fondo el alma humana, y más que eso, se conocía a sí mismo. Por eso estaba por encima de la represalia, de la venganza, e invoca al más Misericordioso de los Misericordiosísimos, Atributos que se manifiestan en él, en José (P), en su corazón, y que él en ese momento asume como Presencia divina en sí mismo.

Pero por otro lado, José (P) es el que dice: Por cierto que el alma es ordenadora del mal, excepto a quien mi Señor haga Misericordia. Mi Señor es por cierto Indulgentísimo, Misericordiosísimo (12:53). Es la única vez que la expresión "el alma ordenadora del mal" aparece en el Sagrado Corán, y está en boca de José (P), reconociendo así que como núcleo de las motivaciones egoístas de los seres humanos, en el fundamento y a la base de ellas, está esa índole propia del hombre que lo inclina al mal. Pero para nosotros los musulmanes, tal índole maligna no surge del "pecado original", sino de la cultura, de la enseñanza que el hombre recibe y que va generando en él el egoísmo. Esto aún en el caso de los más protegidos y mejor enseñados, más instruidos y mejor guiados, excepto los Profetas (P).

Todos debemos pasar por tales pruebas, desde el pecho de nuestras madres, quien haciéndole el bien a su criatura va generando paralelamente en él el egoísmo, la fuerza del alma que ordena el mal, el ansia o el deseo de satisfacción del ego con exclusión de los otros. El amor de los padres hacia sus hijos, paralelamente al bien que significa, es una prueba, porque produce el desarrollo del ego, del egoísmo. Pero esta es una situación inevitable en el ser humano, por eso José (P) reconoce: Por cierto que el alma es ordenadora del mal, excepto a quien mi Señor haga Misericordia, y teniendo en cuenta esto él es indulgente con sus hermanos.

Existen algunos episodios en la vida de los compañeros del Profeta (BPDyC) que nos enseñan cómo procedían, y que en algunos casos resultan propicios para la meditación. Porque a veces pareciera que se oponen a lo que ordena Allah, como aquel caso en que Ibn Más'ud perdona a alguien que le roba unas monedas y dice "si es por su necesidad, que Allah lo bendiga con ellas". Aquí nos encontramos ante un gran interrogante, en el sentido de cómo es posible que Allah bendiga el robo, aún por necesidad, hecho que es considerado como atenuantes por la ley islámica, pero ¿cómo bendecirlo? Ibn Mas'úd enseguida agrega: "Y si su motivo sólo fuera haberse osado a cometer un pecado, has Señor que éste sea su último pecado". Esto resume toda la indulgencia, el rogar a Allah que a pesar de que alguien hizo un mal, que ese sea el último que cometa.

Recuerden el hadíz (tradición) del Profeta (BPDyC) que dice que el día del Juicio Final serán puestos todos los hombres en un mismo nivel o plano, el plano del Día de la Resurrección, completamente liso, llano, horizontal, simbolizando que todos los hombres estarán ese Día en pie de igualdad. Entonces Allah, exaltado sea, ordenará que les sea dada la visión, pero algunos, como dice el Sagrado Corán, resurgirán ciegos. Entonces preguntarán: "¡Señor mío!, ¿por qué me haces resurgir ciego cuando había sido vidente [en la vida del mundo]?" (20:125). Comprendemos así que la ceguera de su corazón provocará la ceguera del Día del Juicio Final, y que la visión ese Día es la visión del corazón, pues las visiones del corazón son visiones del más allá, y las de ese tipo que se tienen en este mundo anticipan las visiones del más allá. Por lo cual, desmentir tales visiones del corazón es desmentir el más allá, algo muy grave. Allah reunirá a la humanidad y les dará la vista en ese plano, y dice la tradición que entonces surgirá un pregonero quien proclamará: "El que tenga un favor para Allah que se levante. Y entonces se levantará [primero] la gente de la Indulgencia, y Allah los premiará por haberse compadecido de los hombres".

Recuerden, por último, que la Indulgencia es uno de los Atributos de Allah que se llama a sí mismo Indulgentísimo, y que cuando asumimos un Atributo así estamos manifestando la Presencia de Allah en nosotros, actuando concretamente bajo la modalidad de ese Atributo. Que nosotros no tenemos ninguna realidad sino gracias a los Atributos de Allah, exaltado sea, que somos en cuanto seamos reales, la Presencia de Allah, y que fuera de la Presencia de Allah no hay nada. Cuando actuamos un Atributo suyo, exaltado sea, somos, y cuando no lo actuamos, no somos, aunque nos parezca que existimos.

La Indulgencia es parte de la tarea que tiene el siervo para manifestar en este mundo los Atributos de Allah. El actúa a través de Sus siervos justos, los que Lo aman. Y aunque Allah no Se parezca a nada, a nada Se asemeje y con nada Se identifique, el siervo debe procurar imitar a Allah. Así como es Allah en el Sagrado Corán, así debe ser el siervo. El mejor ejemplo al respecto, la fuente de esto y su posibilidad, el medio que nos permite realizarlo, es el Profeta Muhammad (BPDyC). E imitar a Allah es el fundamento del Libro y de la Súnnah, que son como nuestros dos ojos espirituales.

fin

 

 

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