enseñanzas sobre la existencia
Actos e intenciones
"Los actos todos están en las intenciones", dijo el Profeta (BPDyC). Pero una cosa es ver los actos desde afuera, y otra es verlos desde adentro, es decir desde las intenciones. En el primer caso parecen simples, en el segundo los más simples son demasiado complejos. Por ejemplo, un sólo acto puede tener múltiples intenciones entrelazadas, e intenciones "buenas" pueden asociarse a intenciones "malas". El que actúa a veces no puede controlar todos los aspectos de su actuación, porque las intenciones que lo dominan están más allá de su propio poder de control. Y por fin, por regla general, se debe tener en cuenta que a actos simples deben corresponder intenciones simples, y a actos complejos intenciones complejas, pero como ya dijimos, a veces un acto parece simple pero internamente es muy complejo.
La solución al respecto es que los actos sean verdaderamente simples, es decir espontáneos y directos, tanto interna como externamente. Entonces corresponderán sin duda a intenciones simples, que cuanto más directas se identificarán con la intención pura o primera, la verdaderamente espiritual.
El dicho del Profeta (BPDyC) antes citado también puede ser interpretado también de este modo: "Los actos valen por las intenciones", es decir por aquéllas intenciones que los suscitan. Esto significa que cuanto más pura sea la intención, más puro será el acto. Pero, como ya vimos, para que la intención sea pura y directa el acto debe ser simple.
El acto simple
¿Qué es un acto "simple"? En primer lugar, es el acto espontáneo, que no busca otro provecho que el realizar el acto mismo, es decir, no busca una utilidad "extra". Es el acto que no está dirigido a obtener o mantener la fama, que se hace con conocimiento de causa y porque es útil a las personas, sin egoísmos, que no se necesita justificar con posterioridad porque su intención está a la vista. En definitiva, un acto simple es el que sale del corazón con la intención de agradar a Allah Exaltado y no por otra cosa.
Pero para llegar a realizar este tipo de actos se necesita antes que nada simplificarse a sí mismo, porque no existen actos simples que nazcan de corazones complejos. Y simplificarse a sí mismo equivale a combatir al ego, y por lo tanto, tomar al alma de uno como enemiga. El que no toma a su alma, esto es, a su ego que es el aspecto más bajo del alma, como enemigo, tampoco puede entender qué es un acto simple, porque él no se simplifica a sí mismo y nunca puede experimentar ese tipo de actos. Todo error e infelicidad están fundados en no tomarse a sí mismo como enemigo, o lo que es igual, en no combatir al ego. En este sentido dijo el Profeta (BPDyC): "Tu peor enemigo es el que está entre tus dos flancos", es decir es tu ego en tí mismo.
Ejemplo de la complejidad intencional de los actos comunes
Para dar un ejemplo de la dificultad que encierran los actos, incluso los que son hechos con buena intención, y cuán difícil es alcanzar la perfección a tal respecto, narraremos un episodio cuyos rasgos principales son verídicos, pero algunos de cuyos datos han sido acomodados para el ejemplo. Cierta vez estando un hombre en su trabajo, un compañero que lo estimaba mucho vino a traerle una comida de parte de su familia. El hombre la tomó agradecido, y luego que el otro se retiró, y ya habiendo probado algo de ese alimento, pensó que no le había ofrecido nada a su amigo de la comida que le había traído. Por lo cual le envió a preguntar si ya había comido de eso (creyendo que su esposa pudo haberle ofrecido), y en caso de que no fuera así, si deseaba compartir él y su familia la mitad de lo que le había sido enviado. La otra persona le respondió que muy poco habían probado él, su esposa e hijo, un bocado apenas para los tres. El hombre creyó que ese bocado era parte de lo que su amigo le había traído, porque no podía sospechar que su esposa en realidad no les había podido ofrecer a los tres nada más que una sola porción (BPDyC): por falta en ese momento de lo suficiente, o por cualquier otra causa, justificada o no). Entonces el hombre les envió dos porciones de las cuatro que tenía, de modo que a él habiendo comido ya una porción le restaba otra, y ellos tres habiendo comido una sola porción les compensaba con otras dos, resultando una para cada uno. A la vuelta del trabajo el hombre preguntó a su esposa cuántas porciones le había enviado, sospechando o bien que no había llegado a él la comida íntegra, o bien que su esposa les había mezquinado a los otros. La esposa le dijo que cuatro (que era la cantidad correcta que había recibido), por lo cual el hombre se sorprendió de que los otros hubiesen comido una sola porción antes de él darles más, pues no entendía por qué su esposa no les había dado lo suficiente. Pero calló el reproche para evitar escándalo, y en su lugar contó lo sucedido, que a su amigo y los suyos les había dado dos porciones, y que se sorprendía de que hubieran accedido a tomarlas, dado que él estaba en su trabajo sin posibilidades de salir a proveerse el sustento, y ellos estaban en su casa pudiendo proveerse de lo que quisieran. De modo que lo que el hombre pensaba reprocharle a su mujer, su falta de generosidad para con los que amaban a su esposo y le servían, poniendo su esfuerzo generosamente en esa tarea, se convirtió para la esposa en un reproche que el hombre no quería hacer (ni hizo de hecho, porque sólo contó lo sucedido) en contra de aquel servicial amigo. La esposa le achacó a éste la osadía de aceptar compartir la comida de alguien que no podía proveerse a sí mismo, reproche que el hombre no compartió, pero calló por el mismo motivo ya señalado antes. El fin de esta historia es que la esposa contó lo sucedido, según su propia interpretación, a una amiga de ambas familias, y que esta amiga ni corta ni perezosa tan pronto como pudo se lo contó a la esposa del servicial amigo, y así se enteraron todos qué pensaba la esposa, y sospecharon que el hombre era de la misma opinión. Por lo cual ya no lo estimaron más como antes, ni le sirvieron del mismo modo.
Toda esta historia que parece larga sucedió en el curso de un solo día, en pocas horas, y lo principal de ella en pocos minutos. ¿Qué conclusiones podemos sacar de esto? En primer lugar, que los actos fueron muy pocos y de apariencia simple en relación a las intenciones, muchas y muy complejas (y aquí sólo se narran las intenciones desde un sólo lado, porque las de la esposa del amigo servicial, las de la amiga que fue a contar lo que se le dijo, e incluso las del amigo servicial al aceptar el ofrecimiento y aún antes, no entran en la narración). En segundo lugar, la conclusión de que intenciones originalmente "buenas" se mezclan con otras "malas". En tercer lugar, que al menos algunos de los actores no pueden dominar la derivación de sus propias intenciones, pues al ser expresadas por ellos son tergiversadas por otros, o bien son utilizadas en beneficio de lo opuesto que deseaba la primera persona, o bien las intenciones reales de una persona son ignoradas por otros, o son mal llevadas a cabo por el mismo que las tiene, etc.
Las dificultades para perfeccionar la conducta
Para llegar a la integridad de la conducta habría que dominar todas las derivaciones posibles de la propia intención de uno, cuando ella se concreta en actos. Pero esto es igual a poder dominar todos los aspectos de cada acto que uno realiza, poder prever qué consecuencias producirá ese acto en cada persona relacionada a él, qué intenciones y actos suscitarán en ellas, qué posibilidades de interpretación por parte de otros ofrece una manera u otra de realizar un acto. Y por fin, lo que es peor aún, habría que poder mantener incólume la propia intención de uno, sin que ella se mezcle con intenciones inferiores, lo cual es realmente una hazaña que está sólo en manos de los Profetas (P.), porque ellos son los únicos impecables, inmaculados. Aun ellos, cuando un acto que les concierne no está totalmente en sus manos, por ejemplo, cuando necesitan enviar a alguien para realizar una misión, no pueden estar seguros de que el acto se realice según lo que ellos desean, como en el ejemplo del Profeta (BPDyC) y Jálid Ibn Al-Ualíd, quien estando al servicio del Islam asesinó a unas personas al tiempo que éstas expresaban su adhesión a la fe islámica, lo cual las ponía a resguardo de ser combatidas.
Si esto es así con los Profetas (P.), se justifica que a la mayoría de las personas les sea imposible llegar a la integridad o perfección de la conducta, por lo cual la única salida que tiene el que desea purificarse (perfeccionarse) es lo que ya expusimos: simplificarse a sí mismo, de modo de realizar actos simples (no que parezcan simples meramente), con intenciones simples y directas. Para ello le será necesario emprender el combate contra el ego, combate que se funda en reconocer que el máximo enemigo de uno es uno mismo.
Por último, alguien podría preguntar que si es tan difícil alcanzar la conducta perfecta, la integridad del ser, ¿está justificado que la mayoría no haga nada para alcanzarla?: A esto debemos responder que no, en la medida en que las personas tengan capacidad para hacerlo. Cada cual está obligado en la medida de su propia capacidad, y estar justificado de no lograr la perfección si ha realizado el esfuerzo de acuerdo a su capacidad y no ha podido lograr aquella. Pero aún más, si de verdad ha hecho ese esfuerzo, el punto hasta donde haya llegado constituirá su propia perfección, porque la Perfección Suma sólo pertenece a Allah, y los siervos únicamente alcanzan su propio grado relativo, nunca absoluto. Es lo mismo que cuando hablamos de los grados del ser, y suponemos que los hay inferiores y superiores. Pero los inferiores no dejan de estar en el ser, sólo que lo hacen en su propia escala, de lo contrario no hablaríamos de "grados".
Por último, la Misericordia de Allah Exaltado lleva al que hizo el esfuerzo al grado máximo que El le haya asignado, porque los grados últimos de la perfección no dependen del siervo sino del Señor, y ya están predestinados. Ellos se logran en plenitud sólo después de la muerte.
Todos estos conceptos están mencionados en el Sagrado Corán y en los dichos del Profeta (BPDyC). En el Libro dice: "La mayoría de ellos [los hombres] no serán creyentes [perfectos] aunque tú [Profeta] te empeñes en ello" (12:103)) Y dice: "El [Allah] hace penetrar en Su Misericordia al que El quiere" (76:31). Y expresó el Profeta (BPDyC): "No deja el siervo de acercarse a su Señor con obras meritorias [de libre voluntad] hasta que El lo ame. Si el siervo da un paso hacia Allah, El da diez hacia el siervo. Si este viene caminando Allah viene corriendo, si el siervo viene corriendo Allah viene volando..."
La intención maligna al servicio del alma
Siendo la intención el principio constitutivo de la persona humana el hecho de que se tenga intención (o intencionalidad), sea buena, sea mala, constituye algo esencial en el hombre. La única manera que éste tiene de reconocerse a sí mismo y ser lo que es gracias a la intención, que precede al conocimiento, aunque forma parte de él. E inclusive una intención negativa, en tanto se presente en nosotros solamente, sin llegar al plano de los hechos, es signo de la vida del alma, y como tal un medio de desarrollo de ésta. Lo que no se justifica es que se lleve a cabo una intención maligna, no que se la tenga. Tenerla es lo que distingue al hombre del animal y del ángel, y es lo propio suyo.
fin
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En Sección Conferencias
El arrepentimiento y el perdón divino