Algunas claves para comprender el islam
La opresión contra si mismo y la degradación
El Sagrado Corán menciona la opresión como lo contrario al Islam. Este es liberación. Opresión en este caso no es un término exclusivamente político, aunque llega a serlo, pero fundamentalmente se refiere a que toda opresión es antes que nada contra sí mismo. Significa también "injusticia" e "iniquidad".
El hombre se autodestruye, aún a conciencia de lo que hace ¿Por qué sucede esto?: Cuando a un niño no se le da algo que ansía, rompe sus propios juguetes. Es una reacción de rebeldía, autodestructiva, que existe en todos los hombres.
El opresor de sí mismo luego se convierte en opresor del resto de la humanidad. Cuando se niega el conocimiento, la purificación, el bien, la caridad, la oración, evidentemente está cerrando las puertas a todo tipo de liberación. Tal es el fundamento de todas las otras opresiones.
Dijo el Profeta (BPDyC): "¡Ayuda a tu hermano opresor u oprimido!". Se le preguntó cómo era posible ayudar al opresor, y respondió: "Impidiéndole que oprima". También entre las tradiciones islámicas también se cuenta que el Imam Al-Sádiq (P) dijo: "Allah reveló a uno de Sus Profetas: 'No dejaré pasar la injusticia contra los oprimidos, aún cuando éstos fueran impíos'". Y dice otra tradición: "El que ayuda a un opresor, sabiendo que es un opresor, se ha marginado del Islam". Y por último expresó el Profeta (BPDyC): "¡Por Allah, que ellos no creen!, ¡Por Allah, que ellos no creen!, ¡por Allah, que ellos no creen!". Se le preguntó: "¿Quiénes son estos Mensajero de Allah?". Respondió: "Los que no confían a su vecino ni una minucia". Esto significa que es también opresor el que no auxilia a nadie con nada.
En otra tradición dice: "El que comete una falta sin agredir a la gente es merecedor de indulgencia", porque la comete contra sí mismo, sin perjudicar a otros, y en tal caso no es opresor, y no merece el castigo.
La incredulidad del mundo actual
El estado negativo del mundo actual es el resultado de la paulatina desacralización de las cosas. En un comienzo el universo tuvo para el hombre un sentido sacro, impuesto por Allah con cierta finalidad, que el hombre reconoció y aceptó, y sobre esa base actuó. Después, con el transcurso del tiempo, fue perdiendo ese sentido, se fueron degradando las cosas, se transformaron en huecas, al no tener la dimensión que Allah les otorgó de entrada. Esas son las consecuencias que estamos sufriendo en este momento. Posiblemente el mundo ha llegado a un caos debido al olvido de que la Creación es algo con sentido. Toda cosa tiene un sentido, pero el hombre ha ido perdiendo paulatinamente el sentido de las cosas.
Fundamentalmente el hombre perdió la percepción de la Realidad divina, y para él "Dios" ya "no existe". La historia positiva se basa principalmente en que "Dios no existe", aunque no se diga esto explícitamente. Para la historia moderna, la religión es una creación de los seres humanos, es un invento, como se inventaron las técnicas, se inventó la fe.
Surge así una versión materialista y atea de la existencia del hombre, desde sus orígenes hasta la actualidad. En ella no se percibe la Presencia divina, no existe la Realidad superior. Su voz no se escucha, se supone que Su Poder no actúa en la historia. El hombre hace guerras, deja de hacerlas, hace pactos, deja de hacerlos, pero Él no aparece, y para el ateísmo El nada tiene que ver con los hombres, se ha silenciado. Desde hace unos siglos el hombre moderno se encuentra "liberado" de Dios, y cree que ésta es su situación ideal y permanente. Pero cuando el Poder divino venga, arrasará.
El problema principal lo constituye la duda, la incertidumbre sobre la existencia de la Realidad divina, se lo llame el Principio de todas las cosas, "Allah" o "Dios". Aún cuando nuestra razón nos permita concebir y encontrar pruebas suficientes para creer en El, en algunos hay un punto en sus corazones que no les permite creer. Esa es la situación real del hombre actual.
Decía un personaje ilustrado contemporáneo al Profeta (BPDyC), personaje que por ser ilustrado y mantener vínculos con otras culturas fuera de Meca, despreció la Revelación y al Profeta (BPDyC), considerándose a sí mismo superior y más sabio: "¡Hemos escuchado!, si quisiéramos seguramente diríamos semejante a eso ¡Por cierto que eso son sólo fábulas de los primitivos!" (8:31). La expresión "eso son sólo fábulas" es denigrante, y coincide en toda época con una mentalidad escéptica que no encuentra en última instancia razones valederas para su escepticismo.
Esta situación implica, en primer lugar, que no reconocer la Revelación como instancia suprema, y en el extremo del desvío tampoco reconocer que pueda revelarse ningún mensaje divino, sea porque de plano no creen en Allah Exaltado (son gnósticos o ateos), o bien porque consideran a Allah Exaltado incapaz de comunicarse, y a lo sumo lo conciben como el primer eslabón de la cadena de seres, por necesidad lógica, y para justificar la creación. O bien creen que no puede enviar la Revelación a quien no fuera de ellos, como sostenían los judíos de la época del Profeta (BPDyC).
Sobre cada tipo de los anteriores escépticos mencionados el Sagrado Corán expresa, acerca de los ateos o gnósticos: Dicen: "No existe sino esta nuestra vida del mundo. Morimos y vivimos, y no nos aniquila más que el tiempo" (45:24). Sobre los escépticos en aceptar la Revelación, por creerla imposible: Responderán: "¡Claro que sí! Nos había llegado un advertidor, pero le desmentimos y afirmamos: 'Allah no reveló nada, ¡vosotros sólo estáis en un error enorme!'" (67:8-9). Sobre los judíos: Pero no dimensionaron a Allah en Su real dimensión [en Su Grandeza], cuando dijeron [los impíos de entre los judíos]: "Allah no reveló nada [el Sagrado Corán] a ningún humano [al Profeta Muhámmad]" (6:91).
Despreciaban el contenido del Sagrado Corán, como hoy quizás, creyendo que es pura fábula, o poesía, o invento humano, o copia de otros textos, y que ellos podrían hacer lo mismo. Lo mismo que despreciaban al Profeta (BPDyC) diciendo: Dijeron [los idólatras de Meca]: "Si este Corán hubiese sido revelado a alguno de los hombres poderosos de una de las dos ciudades... [creeríamos]" (43:31). Pero el Profeta (BPDyC) no se manifestaba superior a los escépticos por linaje, o por riquezas, o por poder mundano, sino por su intelecto y condición humana superior: Y por cierto que tú [Muhámmad] eres de una naturaleza extraordinaria [carácter ético superior] (64:4). Era pues él el elegido, Al-Mustafa, para lo superior, la Revelación divina y la Profecía.
La parodia de las pseudo-religiones
Algunos llevan su creencia, o su semi-creencia, al terreno del ridículo, de la parodia, como los "pastores sanadores" y sus clientes. Tal es la religión para ellos, tal la manifestación de los "poderes divinos". Pero sabemos que también Satanás "cura" falsamente desde que existe el hombre. Sabemos, por otra parte, que toda enfermedad tiene un antecedente espiritual, que existen varias formas de curarse, y que la más profunda es la curación espiritual, también presente en el Sagrado Corán y en la vida del Profeta (BPDyC). Pero junto a estas curaciones verdaderas, nos encontramos actualmente con multitud de supercherías, curanderismos, taumaturgias, etc., que en realidad son lo contrario a la curación espiritual, pero que se presentan como ella misma.
Hay un Poder divino, y existe también un poder satánico, que Allah por omisión permite que subsista. Quienes son atraídos por el poder satánico encontrarán en él una gloria ilusoria, vana, que aparenta lo que realmente no existe. Es como el borracho que cree haber obtenido la felicidad en la bebida, con su exaltación momentánea, ilusoria, que sólo se debe a una intoxicación alcohólica, perjudicial para la salud.
En occidente se ha llegado al ridículo, a la parodia y a la degradación de lo que se llama "religión", en el sentido que la han desviado y puesto al servicio de intereses que nada tienen que ver con lo espiritual. Si lo que en occidente se llama "religión" fuera lo que debiera ser, llevaría al hombre a la felicidad, y por lo tanto al auto conocimiento. En ella lo principal debería ser el conocimiento, no los estados catalépticos, psíquicos, la degradación, o la neurosis y la taumaturgia de los "pastores sanadores" que hoy surgen como hongos. La ignorancia de la gente es mucha, tiene necesidad de magia, y los "pastores" la satisfacen, comerciantes de lo espiritual que amasan grandes fortunas.
Hay otros mistificadores de distinta especie, un "guru" de la India, por ejemplo, se burlaba de sus seguidores. Cada vez que un adicto suyo se acerca a su "trono" le tiraba basura, o un chorro de agua coloreada, y decía que así lo bendecía. Se hizo instalar unas mangueras de colores, y convocaba a sus débiles espirituales adeptos, y él desde el "trono" les arrojaba primero un chorro colorado, es decir les echa "la bendición roja", después un chorro verde, después otro chorro azul, y se reía espantosamente.
El valor de los fenómenos milagrosos
El hombre es ignorante en la medida en que acepte que lo superior son los fenómenos. Que alguien se cure de una enfermedad no deja de ser un mero fenómeno de este mundo, o que alguien tenga poderes hipnóticos, o algo así, no constituye sino asuntos fenoménicos.
El milagro por sí mismo no es ninguna prueba para ningún musulmán. Se le pidieron milagros al Profeta (BPDyC), y él contestó que el único milagro es el Sagrado Corán. La palabra desarrolla el ser, ¿qué más milagroso que el conocimiento?, ¿qué lo es más que el intelecto que se perfecciona?, ¿qué lo es más que la meditación? No lo hay nada más extraordinario, ni más perfecto; el conocimiento no pasa, el milagro sí, es de un momento, lo aprovecha materialmente quien lo presenció.
Por eso existe una cuestión espinosa acerca de los milagros o fenómenos, la de la incertidumbre, pues si alguien pone en duda los milagros nadie podrá convencerlo sobre que los Profetas (P) los hicieron, en cambio la enseñanza convence y perdura y se puede reproducir en cualquier tiempo. Esto es más valioso que los milagros, aunque el Sagrado Corán relata portentos de los Profetas (P), con el permiso divino.
El milagro es dentro de estas condiciones restringidas un poder que ejercen los Profetas con el consentimiento de su Señor para bien de la humanidad. La gente común se conmueve más con los fenómenos que con el conocimiento. Pero lamentablemente con un fenómeno nos puede engañar un taumaturgo. Es verdad que existe mucha diferencia entre una cosa y la otra, pero si la utilidad de tales fenómenos es crear el convencimiento en la gente, entonces ambos producen el mismo efecto, uno sobre la base de la realidad extraordinaria y verdadera del milagro, para bien de los seres, otro como engaño y para daño de la humanidad.
Jesús (P) según el Apocalipsis dijo "vendrán después de mí muchos que se llamarán Mesías, y serán profetas falsos, y harán milagros y portentos", "quienes hablen en mi nombre, y curen en mi nombre. Pero el día de la Resurrección yo les diré: Falsos predicadores, ¡apartaos de mí hijos del demonio!"... Es una verdad actualmente concretada.
Los impíos dicen: "Si fuera revelado un signo en su favor [del Profeta] por parte de su Señor [creeríamos]...": Solamente tú eres un advertidor, y cada pueblo tiene un guía (13:7-8). Y dicen : "¡Si al menos les fuera Revelado un Signo de su Señor...!" Responde [Profeta]: "Lo oculto solamente pertenece a Allah, ¡esperad [su advenimiento] que yo por cierto estaré con vosotros esperando!" (7:71). Y los que no conocen [los idólatras] dicen: "Si al menos Allah nos hablara [confirmando al Profeta], o nos llegara un Signo [creeríamos en Muhammad]...". Esto mismo es lo que [de sus Profetas] dijeron quienes los antecedieron [de los judíos], igual a lo que ellos afirman. ¡Sus corazones son similares!, [en cambio] hemos evidenciado los Signos para gente de certidumbre [persuadida de la verdad]. (7:118). Y dicen: "Si al menos le fuera revelado un Signo de su Señor [distinto al Sagrado Corán]..." Responde [Profeta]: "Allah es por cierto Poderoso de revelar un Signo [que os obligue a creer, o que os haga perecer], pero su mayoría no comprende [que ello representa su aniquilación]" (6:37).
La necesidad de devoción y la idolatría
La necesidad de devoción es connatural al hombre, es parte de la naturaleza humana. El Sagrado Corán resulta muy claro sobre esto: La devoción se debe dedicar a un Principio superior, y así el hombre se dignifica a sí mismo, porque adora a una Realidad trascendente. De lo contrario esa misma devoción se la rendirá a alguna de la multitud de idolatrías que existen, religiones, ídolos, cantantes, políticos.....
Cuando la necesidad de devoción se encausa mal, surge la perversión de una idolatría o falsa devoción. Si una persona tiene necesidad de comer, pero come carroña, evidentemente se daña. Existen circunstancias en la vida que obligan al ser humano a buscar protección, porque ciertos fenómenos le hacen temer. Cuando esto sucede, algunos, en lugar de acudir a la verdad, encausan su necesidad de protección hacia alguien o algo que no tiene ningún poder para protegerlo, falsos mediadores de lo "sagrado", que en definitiva es en este punto satánico, que lo explotará aquella necesidad en beneficio propio. Además, estos seres dan las peores respuestas, las más perjudiciales. Y hoy sucede que cuando alguien siente angustia por su destino, va a que le "tiren las cartas".
. Las ilusiones que ofrece el mundo son muy atractivas, cualquiera sean ellas. Tener la figura de una modelo, en el caso de las mujeres, o tener el mejor vehículo, en el de los hombres... cosas que se desvanecen. Causa angustia al hombre medio actual no poder conseguir las fantasías del mundo, y por otra parte nadie quiere ponerse a pensar si realmente se justifica poseerlas. Esto se debe a una debilidad interior, una falta de espíritu, una falta de ser, que impide vivir la realidad.
Existe un estado pasivo ante la confrontación con el propio mal, cuando uno se entrega y no lucha contra eso. Esto constituye una muerte espiritual, una "pre-muerte" física. Por eso el Sagrado Corán llama "vida" y "vivificación" a la doctrina verdadera, y al estado de impiedad, olvido, alejamiento, descuido de sí mismo, lo llama "muerte". ¿Es que acaso el que estaba muerto [en la idolatría] y al que dimos vida [con la fe], y establecimos para él una luz gracias a la cual marcha entre la gente [distinguiendo la verdad del error] será igual al que tiene por ejemplo las tinieblas de las que no puede escapar? Así se les atavía a los impíos lo que perpetran [y consideran bueno] (6:122).
El amor
Dice el Sagrado Corán: La Complacencia de Allah es lo más grande (9:72). La Conformidad o Complacencia de Allah, es lo que en occidente se llama "amor", aunque también en el Sagrado Corán figura la palabra "amor", que constituye el mayor grado del desarrollo espiritual. Pero no se trata simplemente de un sentimiento, es una fuerza por la cual Allah nos atrae, como atrae a toda la Creación, cual si fuera una fuerza magnética. Todo amor verdadero entre los seres es Amor de Allah, y cuando dos se aman de verdad entran "en la frecuencia", digamos así, del Amor de Allah. Por eso el Amor verdadero siempre es sagrado.
Incluso la felicidad es un grado del amor. Ella aumenta el amor hacia los seres, principalmente hacia Allah Exaltado y su Profeta (BPDyC), y el resto de sus Profetas, con ellos sean la Bendición y la Paz, y también hacia la naturaleza.
Es necesario ahondar en esa fuerza, que existe en el hombre buscador del conocimiento y la purificación, fuerza que en árabe se la llama Hímmah (palabra que viene de hámma, "apasionarse", "ser atraído", "tener vocación por una cosa", "anhelar fervientemente"), y que nos lleva al amor. Aunque, también, nos pueden atraer algunas cosas negativas en sí mismas, con mucha pasión, que en definitiva no es otra cosa que vanidad.
fin
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En Sección Conferencias
El Profeta Muhammad (BPDyC) su vida