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la racionalidad del derecho islamico y la abstracion del derecho positivo

Por el Sheij Alí Al-Husaini, Director del Centro de Altos Estudios Islámicos, Argentina

El derecho actual, tal como lo conocemos en occidente, se llama «positivo», en el sentido que es puesto o dictado por los seres humanos. En el Islam la ley emana del Sagrado Corán, de Allah Mismo, y es interpretada y aplicada antes que nada por el Profeta (BPDyC). Por lo tanto, hay una gran diferencia entre un derecho que cambia, se modifica, está al servicio de los poderes de turno, y es en última instancia injusto, y un derecho dictado por el Creador de los seres. Este último derecho, si bien como lo muestra la historia (sea con los omeyas, o con los abbasidas) puede ser distorsionado, mal interpretado, y mal aplicado debido a las falencias humanas, en esencia es un derecho justo, y tiene la inmovilidad o firmeza de lo que es permanente, como las leyes del universo. Y como el derecho tiene que ver, en gran parte, con el gobierno justo y bueno de la sociedad civil, y con la felicidad de la gente, es seguro que tanto en la política, como en la vida social, los musulmanes son mucho más felices que el resto.

Hoy en día, la gente que modela la existencia actual de occidente cree haber llegado a la perfección en muchos órdenes, admitiendo nada más algunas falencias, las que, según dicen, se van a ir arreglando con el tiempo. Ellos definen todas las cosas, el matrimonio, la sociedad política o civil, la cultura, la enseñanza, etc. El gobernante no calificado cree hoy tener poder para modificar la cultura de una sociedad, y esto es lo que está sucediendo en los países occidentales más atrasados.

Por el contrario, el derecho del Sagrado Corán organiza la sociedad humana sobre bases estables, seguras, firmes, reconoce con sabiduría los derechos de la naturaleza humana, y los respeta, dándole un cauce natural y justo. Por ejemplo, acerca de ambos géneros, masculino y femenino, el Sagrado Corán mantiene una distinción equitativa, sin recurrir a un abstracto igualitarismo que finalmente resulta injusto, ni desconocer los derechos del más débil. Lo mismo sucede con los niños, y con los incapaces de ejercer sus derechos.

En conclusión, Allah dispone una ley que no borra la distinción entre hombre y mujer, mayor y menor, incapacitado y capacitado, etc., sino que por el contrario la reconoce y aplica con justicia, mientras que los teóricos modernos hacen tabla rasa de muchas de esas distinciones. El Creador de los seres los conoce mejor que nadie, y nos enseña que cada uno tiene su propia manera de ser, y que la mujer y el varón deben empeñarse en esa manera de ser, y no en tratar la mujer de ser como el varón, o el varón de ser como la mujer, sin responsabilizarse cada uno por lo que debería. Esta situación confunde las funciones y la misma concepción de la sociedad y de la familia. Los hijos llegan a desconocer quién es la madre y quién el padre, y hoy ya es posible que el padre y la madre sean ambos del mismo sexo... No hay ninguna norma, ninguna base para ordenar las cosas, se perdió todo tipo de parámetro. Actualmente no es posible en occidente organizar la sociedad sobre bases naturales, porque los teóricos modernos han establecido por sí mismos que ellos pueden concebirla y organizarla de una manera totalmente abstracta, y llevar al hombre a la felicidad, superando la Ley divina, la historia, y todo tipo de distinción natural.

Allah es Superior a este respecto, porque, primero, creó al hombre, y segundo, porque El no está comprometido con los sentimiento y los intereses egoísta humanos que distorsionan las cosas, con las tendencias que las deforman, siendo absolutamente objetivo e imparcial. Y por otro lado, El conoce mejor la historia y el devenir, lo que va a pasar, y conoce para qué estableció ciertas funciones en la familia y en la sociedad, y qué meta debe alcanzar el ser humano.

Los promotores de la vida moderna están imbuidos de una ideología parcial y tendenciosa que distorsiona la ley, la cultura, y todo el resto. Si dejaran a la gente organizarse espontáneamente saldría todo mejor, porque actuarían de acuerdo a la Fitrah, o esencia humana. Pero no, sino que ellos imponen su teoría, su concepción abstracta, y tratan de que todo entre dentro de ese molde, que por lo general es un fracaso. Fijémonos sino en el comunismo de Rusia, o en la crisis de la sociedad liberal capitalista de los Estados Unidos. Allí la familia no existe, el trato entre la gente es despiadado, el crimen aumenta sin límite, y la violencia contra los pueblos, y dentro mismo del país, es salvaje.

La distinción de derechos de mujeres y hombres

Dice el Sagrado Corán respecto de hombres y mujeres: Y no resintáis aquello con lo cual Allah distinguió a unos sobre otros [deseando que fuera vuestro y no de ellos]: Para los hombres hay una parte [de privilegio] en lo que ellos se hayan empeñado, y para las mujeres hay una parte en lo que ellas se hayan empeñado, y pedid a Allah de Su Gracia, porque Allah es Conocentísimo de todas las cosas [os provee con Sabiduría]. (4:32). Tal es la distinción justa y sabia de ambos géneros, que si se complementan logran la virtud, el bien en este mundo y en el otro, y si disienten caen en el mal, en el error y se auto condenan. El que resienta o codicie por envidia lo que Allah dio a otro de Su Gracia, como distinción a su favor, cualquier cosa que sea, del orden físico, del anímico, del intelectual o del orden material, en lugar de desear y desposeer al otro de ello, debe decir, según la enseñanza islámica: «¡Allahumma dame igual a él!». Esto último no es envidia, es el ruego por los bienes que Allah dispensó a Sus criaturas, bienes con los cuales todos estamos vinculados.

Se dice que los versículos 4:32, como asimismo el 4:33, fueron revelados cuando Ummu Salamah, una esposa del Profeta (BPDyC), expresó: «Ustedes los hombres pueden combatir por la Causa de Allah, y tienen el doble de parte en la herencia. ¡Ojala las mujeres fuéramos hombres!». Entonces Allah reveló estos versículos que afirman que a cada uno ha dado de Su Gracia, que nadie debe envidiar a otro, ni los hombres entre sí, ni las mujeres entre sí, ni las mujeres a los hombres, ni los hombres a las mujeres, porque Allah es Opulentísimo. El que envidia a otro, indirectamente considera pobre a Allah, o incapaz e indigente, porque cree que Allah no le podría dar igual riqueza que la que otro posee.

Uno de los problemas principales que se plantean en todas las épocas es la distinción entre el hombre y la mujer, y las quejas, por ejemplo, de la mujer respecto de los hombres, o el ensoberbecimiento del hombre respecto de la mujer. Allah dice que agració a ambos en una forma diferente, pues distinguió a uno del otro para bien de ambos. Que si alguno de ellos quisiera poseer lo que tiene el otro, si la mujer pretendiera la masculinidad, y el hombre la feminidad, o la mujer quisiera desplazar al hombre de todas las responsabilidades sociales y familiares que él debe asumir, etc., esto iría en contra mismo de mujeres y hombres, y destruiría la sociedad humana. Por el contrario, cada género debe empeñarse por conseguir aquello que Allah dispuso para él, siendo Allah Riquísimo, cuya Gracia no se agota porque conceda generosamente a unos y a otros, ni por dar a todos los seres, sin medida y sin faltarle a nadie.

La responsabilidad masculina concierne a la guía del hogar, el gobierno de la sociedad, y algunas otras funciones más propias del hombre. A pesar de todo lo que la mujer ha avanzado hasta hoy en cuanto a sus derechos, en todas las sociedades humanas hay algunas funciones que por naturaleza quedaron a cargo de los hombres. Dice un versículo: Los hombres son sostenedores [responsables] de las mujeres, por haber Allah distinguido a unos sobre otros, y por tener ellos que dispensar de sus bienes [en sostenerlas]. (4:34). Es decir, no se trata simplemente de una distinción injustificada sino que va acompañada con el aumento de la responsabilidad. Si no hay responsabilidad no hay distinción. Si el hombre no quiere cumplir como es debido, entonces tampoco se trata de una distinción sino de una degradación. Sabemos que en la época actual en occidente hay hombres irresponsable que no sostienen a sus mujeres sino que son ellas las sostenedoras de los hombres en muchos hogares, o de los hijos, cuando ellas quedan solas a cargo de éstos. Tales hombres no están a la altura de la gracia con que Allah los dotó.

El fundamento de la jurísprudencia islámica

Allah dicta la norma, y el Profeta (BPDyC) la recibe, la transmite, la interpreta y la aplica, y ejemplifica con casos modelos o arquetípicos para todas las generaciones posteriores. En esta tarea el Profeta (BPDyC) es sucedido por los Imames de su Descendencia (P). Los jurisprudentes, es decir Aitullah o Muftis, y los eruditos en el derecho, Muytahidún o Fuqahá', deben atenerse a esos modelos para tratar de deducir de ellos soluciones a problemas nuevos. Por ejemplo, los progresos técnicos del siglo XX han generado multitud de fenómenos nuevos, como los viajes por aire, la inseminación artificial, la donación de órganos, la aparición de organizaciones privadas transnacionales, la incursión de los satélites a toda la tierra informándose de todo lo que pertenece a otras naciones, las nuevas armas que anulan el concepto de la guerra antigua de frontera, la polución ambiental, la destrucción ecológica, etc. Todo esto tiene que ser reinterpretado por el Islam, así como la organización social y política actual, que es muy diferente a la antigua.

fin

 

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